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Capitulo 8: Eslabones perdidos
La
puerta verde de chapa se abrió, el muchacho que estaba sentado cómodamente en
un sillón de dos cuerpos de cuero duro levantó la vista, dejó de ver el
programa que estaban transmitiendo y se puso de pie, esperando que su hermano
entrara completamente para lanzarse sobre él. Sus ojos se encontraron, al
momento se separaron un poco y se miraron de arriba abajo. El recién llegado
frunció el ceño y se giró para dejar su campera de corderoy en el perchero de
caña de la entrada, junto con dos camperas de jean gastadas que ya se
encontraban allí.
Ceto:-
¿Y? ¿Qué pasó?
Psámate:-
Dije lo que tenía que decir.
Ceto:-
Siempre lo necesario, ¿no?
Psámate
asintió con educación y miró el reloj de la cocina. La casa de los hermanos era
muy pequeña, contaba con dos piezas, un baño, una cocina y un comedor, donde
recibían a los que llegaban. Allí vivían ellos, además de cuatro hermanos y su madre. Se
ubicaba en frente de una plaza, una de esas que carecía de iluminación y dónde
corría mucho viento, por ser descampada.
Ceto
sonrió y sus ojos caramelo brillaron. Estaba feliz. Era evidente que entre
ellos la comunicación convencional no era necesaria, Psámate sólo hablaba lo
suficientemente necesario y su hermano, que era todo lo contario, lo
interpretaba a las mil maravillas.
Ceto:-
Vení, vamos a comer algo.
Psámate
siguió a su hermano menor cinco pasos hasta la cocina, y esperó por un momento
en la puerta hasta que sacara de la heladera un taper de plástico transparente
de tapa roja con la comida que iban a cenar. Mientras que Ceto lo abría y
calentaba en la hornalla, él pasó el trapo por la mesa para retirar los pedazos
de miga de pan que aún quedaban de la cena de sus hermanos menores y tomó dos
platos, con cubiertos, y dos vasos, que llenó con agua de la canilla.
Ceto:-
¿Cómo lo tomó?
Psámate:-
Se sorprendió.
Ceto:-
No se lo esperaba.
Psámate:-
Claro que no.
Una
vez que la comida estuvo lista, ambos se sentaron en la mesa rectangular contra
la pared que daba al comedor y se sirvieron para comenzar a comer.
Ceto:-
Tengo que acercarme a ella, ser su amigo…
Psámate:-
Complicado.
Ceto:-
Ya sé. Pero creo que si soy su amigo voy a poder tantear el terreno. Si me deja
acercar más de lo debido, sigo.
Psámate:-
¿Y si no?
Ceto:-
¿Vos decis que se va a arriesgas a dejar pasar esa oportunidad?
Psámate:- Nereo.
Ceto
levantó los ojos hacia su hermano que lo estaba mirando fijamente. Ambos
sostuvieron la mirada como si hablaran mentalmente. Y fue tan gran el poder de comunicación,
que ambos rieron al unisonó. Ambos con sus perfectos dientes manchados por fumar
desde hace tiempo.
Ceto:-
Pobre de él.
Psámate:-
Tiempo al tiempo.
Ceto:- Es fácil decirlo desde lejos. Me molesta esto
que me pasa.
Psámate:-
Te entiendo. Ya no te da igual lo que hace.
Su
hermano suspiró. Los ojos de Psámate se suavizaron y recogió los platos. Esa
noche le tocaba limpiar a él, pero decidió que sería mejor dejar descansar a su
hermano para que no pensara en Dike. Lo que estaba sintiendo por ella no era lo
que normalmente sentía por otras chicas. Eso era nuevo y le iba a costar.
Sonreía por otra persona, pensaba y actuaba por ella. Tendría que esperar la
señal correcta para avanzar con ella, despertar de ese tortuoso y misterioso
estado.
Por
un lado, un paso ya había sido dado, ella ya estaba al tanto de los
sentimientos de su hermano. Esto llevaría a varias posibles reacciones. Que lo
evite, que lo escupa por haber dejado a Euribia por ella, que lo patee porque
fue cobarde al mandarlo a él para que se lo dijera, que lo comente con sus amigas convirtiendo la
escuela en un conventillo de barrio, o que lo acepte mágicamente e intente
hacer algo con eso. Podría intentar enamorarse de él, conocerlo o simplemente,
decirle que ella no siente lo mismo, terminando con el asunto más rápido de lo
que tardó él en pensar todo aquel rollo. Pero, por otra parte, en la mente de
Psámate rondaba la idea de que ella podría no haberle creído nada de lo que él
le había dicho esa tarde. Si ese era el caso, sería lo mejor que le podría
pasar. Dike no le creería y trataría a Ceto como siempre, sin dobles
pensamientos.
Se
secó las manos con el repasador y sonrió irónicamente. Él no quería que su
hermano pensara en Dike pero terminó haciéndolo él. Ser el mayor le estaba
pesando mucho, y más cuando sus hermanos crecían a paso agigantado. Pero más
que estar estresado por pensar en sus hermanos y en la enamorada de Ceto, el
sueño le estaba ganando, el día siguiente iba a ser uno de los que se tendrían
que guardar en la memoria permanente.
<< Me desperté con todas
las energías del universo. Taumante me miraba sin entender nada. Y seguro que
tenía razón. Yo tampoco lo entendía. Estaba feliz de hacer que a la estúpida de
Lisiánasa se le terminara su amistad ficticia con Actea. Después de pensarlo
mucho, decidí dejar pasar la entrada y la primera hora. Pero, para el primer
recreo ya no aguataba más. Lo tenía que decir. Lisiánasa estaba con Actea,
junto a la que había traicionado. Se hacía la buena, sonreía estúpidamente. No
tenía idea de lo que yo sabía. Eso me hacía sentir demasiado bien, y me
preocupaba.
Cuanto por fin sonó el timbre
de salida, no dejé tiempo para pensar a nadie, agarré a Lisiánasa del brazo y
la llevé hasta el final del pasillo. Allí nadie nos iba a interrumpir. >>
Lisiánasa:-
Yo no dije nada Dike, te lo juro por…
Lisiánasa
estaba parada en el pasillo, la luz del ventanal hacía brillar sus risos rubios
y las primeras gotas de sudor que estaban apareciendo en su cien. Intentando
mantener el rostro impasible mientras era acorralada por Dike, Lisiánasa estaba
desesperada.
Dike:-
¡Basta! No mientas, ya lo sé.
Lisiánasa:-
¿Quién te dijo eso?
<< Hacerse la
desentendida. Patético. Pero bueno, es el recurso del mentiroso. Hasta el final
seguir con el plan inicial, mentir sin importar qué. Eso podría funcionar si la
fuente de información fuera alguien poco creíble… como Galatea… o cualquiera
del salón – menos Ferusa y Eudora, ellas son de fierro. >>
Dike:-
Eso no importa. Fuiste por atrás y contaste todo.
Lisiánasa:-
Pero…
Dike:- Y no sólo fue eso. Porque contar las cosas no
es la gran cosa. O sea, tarde o temprano se iba a enterar… Pero que nos
hicieras quedar como las traidoras en toda la escuela, eso es imperdonable.
<< Cuando le dije eso, me
enfurecí aún más porque es cierto. La escuela entera cree que nosotras
lastimamos a Actea, que le hicimos algo terrible, imperdonable. Encima ella es
tan buena actriz, le sale bien el papel de la víctima. No entiendo qué le ven
los chicos. Es una idiota. Realmente no quiero volver a hablar con ella, ni con
Lisánasa. Se merecen eso. No quiero saber nada de ellas, una por traidora y la
otra por, además de ser idiota, por no creer en nosotras. >>
Lisiánasa:-
Eso es problema tuyo. Yo sólo adelanté el tiempo. No podía ver a Psámate
estando atrás de una cualquiera. Si la otra quiere acostarse con el que se le
cante, que lo haga, pero que no juegue con el corazón de las personas.
Dike:-
Si tanto odias a Actea, ¿por qué te
quedaste junto a ella?
Lisiánasa:-
Seamos sinceras Dike, a vos tampoco te gusta, pero estas con ella si te habla.
No tenía alternativa, se me pegó.
Dike:-
Eso es estúpido.
Lisiánasa:-
Estúpido o no, logré lo que quería. Ahora todos saben lo que ella hizo, no
importa de dónde vino el chisme.
<< No te imaginas la cara
que tenía en ese momento. Se me separaron los labios automáticamente y tenía
los parpados demasiado abiertos. Sentía correr el aire por mis ojos, un aire
lleno de frío y oscuridad. Ella odia a Actea… Aunque no la culpo, es bastante
odiable esa chica. Yo también la detesto, pero no al punto de meterme tanto
como ella, pero cada uno tiene se forma de actuar. Yo prefiero hacer nada y
quedarme a esperar que el destino se encargue de estas cosas. Igualmente, no me
gustó que nos haya involucrado a nosotras. >>
Lisiánasa:-
Sé que estuve mal en no decirle que fui yo, pero no podía hacerlo. No en ese
momento, ahora que lo sabe alguien más tendré que decírselo.
Dike:-
Sabes que no te lo va a perdonar jamás.
Lisiánasa:-
Recordá que yo solo le conté las cosas a la verdadera víctima. Ahora, si Actea
lo estuvo esparciendo por la escuela, ya es asunto de ustedes.
Dike:-
Lo sé.
Lisiánasa:-
En serio, perdón por decir la verdad. No pensé que la estúpida de Actea iba a
andar contándolo por todas partes.
<< Eso me dejó helada. Me
quedé parada mientras ella se iba hacia el patio. Ahora que me pidió perdón por
algo que, aunque me molestó, fue perfecto y justo para Psámate, sólo puedo
pensar en la reacción de Actea cuando se entere de la verdad, y encima por la
misma Lisiánasa. >>
Eyone:-
¿Estás cuidando la puerta Dike?
Dike:-
(Sonríe) No Eyone… Sólo me quedé pensando.
Eyone:-
Lindo lugar para pensar.
El
timbre para entrar dio aviso de que el recreo había terminado y que les tocaba
enfrentar la siguiente hora de clase. En la mente de Dike sólo había miedo y
preocupación. ¿Cuándo iba a estallar la bomba?
Lisiánasa
seguía junto a Actea, que estaba haciendo carteles con su nombre y frases de
canciones para luego pegarlos en la carpeta. Dike no dejaba de mirarlas,
Euribia estaba inquieta. Se enrulaba aún más su rulo y se lo acomoda detrás de
la oreja izquierda. Parecía como si supiera que pronto se desataría algo muy
malo. Y era bastante perspicaz. Cuando el segundo timbre sonó, llegó Taumante
al curso para pedirle una goma a su hermana. Las chicas fueron tras él para
abrazarlo.
Ferusa:-
Es como un gatito.
Taumante:-
¡Noooo!
Euribia:-
A mi hermanita le gustas…
Taumante:-
Eso es mentira.
Euribia:-
(Riendo) Es cierto, me gustas a mis.
Ferusa:-
No asustes al chiquito.
Taumante:-
¿Chiquito?
Como
siempre, las chicas continuaron con su discusión incoherente mientras que el
muchacho frunció el seño en desaprobación por el comentario de Ferusa. En un
parpadeo, cuando ya era ignorado por ellas, llegó su hermana con la goma que le
había pedido.
Dike:-
Tomá. Es mejor que te tengan como chiquito y no un posible trozo de carne para
comer.
Taumante:-
(Con los ojos abiertos) ¿Me van a comer?
Dike:-
(Cara a cara con su hermano) De hecho, ya lo hacen
Taumante:-
(Mirando a todos lados) Tus amigas dan miedo.
Dike:-
(Incorporándose) Entonces no vengas al salón.
Taumante:-
(Mirando hacia abajo) No tenía alternativa.
Dike:-
Ya, ya. A tu patio.
Dike
sacó a su hermano dándole palmitas en la espalda mientras lo conducía por el
pasillo del nivel secundario hacia el patio del primario. Taumante se detuvo en
seco y aprovechó el tropiezo de su hermana para darle un beso en la mejilla.
Taumante:-
Gracias.
Inmediatamente,
salió corriendo con sus amigos dejando a su hermana totalmente sorprendida.
Dike se tocó la mejilla. Sonrió y su mirada se suavizó, hasta que el aire se
llenó de un aroma conocido y rancio, el perfume de su más intima y peor
enemiga.
Galatea:-
(De brazos cruzados) Un acto muy tierno el de tu her-ma-ni-to.
Dike:-
(Alzando una ceja) Bien dijiste, <<mi>> hermanito.
Galatea:-
Si, si. Ya quedamos bien.
Dike:-
¿Qué te trae por acá?
Galatea:-
Vengo a ver el desastre desde el mejor lugar.
Dike:-
¿Qué desastre?
Galatea:-
No te hagas Dike, las dos sabemos que no falta mucho para que Actea se entere.
Dike:-
Entonces lo sabías.
Galate:-
Obvio, lo sé todo.
<< “Lo sé todo”, por
favor. ¿Pero quién se cree que es? O sea, lo sabía. Me alegro por ella, pero
bien que se hizo la enojada conmigo cuando fui a hablar con Psámate, o por lo
menos lo intenté… ¡Como te odio Galatea!
Lo insólito de todo esto es que
tenía razón. Maldita sea. Fue al instante que se escuchó un estruendo. Ella
sonrió mirando por detrás de mí. Cuando me di vuelta para ver qué la tenía tan
embelesada (otra palabra robada a Taumante ^.^), Actea estaba yéndose y
Lisiánasa tenía las dos manos tocándose la mejilla izquierda… No creo que le
haya dado un beso… Por lo que, al ver llegar a Helimide, me di cuenta que le
había pegado una cachetada o trompada. >>
Euribia
se enojó con Dike, pero solo un poco. Tal vez simplemente estaba desorientada
por lo acontecido. Actea y Lisiánasa fueron suspendidas por una semana al
golpearse en dirección cuando fueron llevadas por la preceptora para que se
arreglaran. A Euribia no le agradó que le haya ocultado lo que sabía, pero
comprendió no sólo el hecho de que Dike no quiso meterse sino que también
entendió del enojo hacia Actea. Ella no les había creído y las expuso en toda
la escuela diciendo vaya a saber qué cosas.
Eyone:-
¿Y ahora? ¿Qué vas a hacer con Actea?
Dike:-
(Acomodando el helado con una cuchara) Que primero venga a la escuela, y
después veré.
Eyone:-
Lisiánasa ya te pidió perdón, ahora falta Actea.
Dike:-
Es cierto, pero eso no significa que yo vaya a perdonarlas.
Eyone:-
¿No perdonaste a Lisiánasa?
Dike:-
No me dio tiempo. Se fue dejandóndome como una idiota con la boca abierta.
Eyone:-
(Recordando) Aaah, cierto. Cuando estabas parada como estatua en el pasillo.
Dike:-
Exacto.
Eyone
se rascó la cabeza exageradamente con ambas manos. Ya había terminado de tomar
su helado y esperaba por Dike.
Dike:-
Vamos yendo, tengo que ir a casa a terminar la tarea.
Eyone:-
Lo mismo digo, pero no la voy a hacer. Mañana tenemos hora libre antes de
entregar la tarea.
Dike:-
Oh, y seguro que la pensas hacerla en esa hora.
Eyone:-
Obvio.
Dike:-
Que no vaya a venir la profesora que crees que va a faltar.
Eyone
la abraza mientras salen de la heladería y se topan con el aire frío del otoño.
Ambos ríen mientras imaginan posibles situaciones de conflicto una vez que las
dos suspendidas volvieran.
Revisión: Alice
Los hechos y/o personajes de la historia son ficticios,
cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia
Nos leemos dentro de dos semanas
Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA 3.0,
como se detalla en http://creativecommons.org/licens.
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