Serie Dike ~ Completa

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Un espacio

Para agradecer a:

Alice por ser leer todo lo que escribo, por más que esté horrorosamente horrible (sobre todo con los tiempos verbales, ella saaabe).

Hachedesilencio que siempre tiene las frases precisas para los capitulos de Dike. Aunque el staff no lo sepa, gracias por hacer lo que hacen.

A mi familia por soportar todas mis locuras.

A los que leen, comentan, descargan y se dan una vuelta por acá. Perdón por el tiempo que me tomo para publicar cosas... gracias por leer!!

~ ferdeimos

miércoles, 22 de enero de 2014

CyC.I.Capitulo5: Un quiebre



Capitulo 5: Un quiebre

Pasó un mes desde el episodio violento entre Dike y Galatea.  Había optado por llevar a Dike a mi casa para que curara sus heridas, así no iba a tener problemas con sus padres si la veían con esas fachas. Mis papas no tienen problemas con que yo aparezca golpeado con la ropa sucia o arrugada, forma parte de mi aprendizaje en la vida. Pero la violencia no le queda bien al ser humano y menos a las mujeres, seres tan delicados como fuertes.


Igual comprendí lo que a ella le pasaba por la cabeza, enterarse que su novio (ahora ex) había planeado una estrategia para acostarse con ella y se había aliado con su enemiga para acechar a su hermanito de diez años, realmente era imperdonable.


Galatea recibió su merecido, pero con Nereo… con él se quedó corta. Haberse separado no fue suficiente. Tendría que haberlo golpeado, humillado ante su madre en su propia casa dejando en evidencia la clase de persona que había criado.
Pero Dike fue clemente, se apiadó de él por los lazos que los unían, por esos años de amistad, por ese amor que supieron llevar hasta el fin de su relación. Pero yo no, yo no soy así. Por más que él sea mi primo, que tengamos la misma sangre corriendo por nuestras venas, no voy a dejárselo pasar. Nereo tiene que aprender a no hacer estupideces, a no jugar con las personas, a no meterse con el proceso de la vida.
Si tanto la quería a Dike, tendría que haberla esperado hasta que ella tuviera suficiente edad para hacer lo que tenía en mente. Ambos tienen trece años. Esa es una edad donde se juega, donde uno se quiere de una forma que limita con lo platónico.
¿Pero quién soy yo para juzgarlo? Todo el tiempo estoy a punto de hacer algo de lo cual no me voy a arrepentir. Dentro de mí, siento que hay una voz que constantemente se burla, quiere que destruya la infancia, la inocencia de una increíble y especial persona. Desea convencerme de algo que voy a hacer inconscientemente, movido por mis sentidos, por mis propios deseos de manipulación.

¿Quién me llevó a querer ir a la fiesta de Nereo? Si yo no soy una persona a la que le gusta salir por las noches y menos a una fiesta llena de mocosos estúpidos, llenos de pensamientos vanos y de vidas sin sentido. Detesto rodearme con personas con las que no puedo entablar una conversación de más de diez minutos manteniendo el mismo hilo coherente.


Hablo con Proto porque ambos nos conocemos desde el principio de nuestras vidas, es mi vecino y mi compañero inseparable de la escuela. En el primer año del secundario se unió Cranto pero sólo porque Proto lo agregó. Luego de un tiempo de escucharlos hablar comprendí que con él podía también intercambiar palabras si nos concentrábamos solamente en hablar de música. A ambos nos agradan los mismos géneros, pero no así las bandas por lo que, cuando comenzamos a discutir, nadie nos detiene.  

Finalmente, a mitad del segundo año, llegó Melpóneme a nuestra clase preguntado por un salón donde hubiera personas civilizadas. Ante esta declaración todos se burlaron y ahí fue cuando cruzamos miradas. Él detectó mi expresión seria y sonrió. Se retiró y luego de unos segundos, tal vez unos dos minutos, regresó con sus pertenencias y con el director a cuestas. << Quiero estar acá>> ,dijo luego de abrir la puerta y se sentó con Cranto, delante de nosotros.
Así que fui a la fiesta arrastrado, obligado, casi empujado por Proto. Él tenía muchas ganas de salir hacía mucho tiempo. La invitación de Nereo le vino como anillo al dedo. Me dijo que iba a haber muchas personas, que no era como salir a bailar, que no me iba a aburrir.
Bueno, de hecho, no me aburrí toda la noche, aunque una gran parte sí; hasta que se callaron todos y se fueron a dormir fue una pesadilla para mí. Mucho murmullo, gritos y música que limitaba con el apocalipsis cerebral de todos. Cualquier cosa era muy molesta para mí, soporté sólo porque estaba Dike. El primer día que la vi me pareció una chica común y corriente, pero resultó ser bastante soportable. La acepté en el ciber sólo porque Nereo así lo quería, me había dicho que ella necesitaba el empleo para poder callar a su hermano que los había visto hacía unos días. Deduje que a sus padres no les agradaba que su hija tuviera novio y era totalmente lógico. Tenía trece años, era muy chica y lo sigue siendo.
Durante la fiesta, ella se mantuvo con Nereo, hablando con sus amigas y compañeros de curso. De vez en cuando levantaba la mirada para observar al chico que abrió la puerta cuando llegué. Sospeché que, por la edad que tenía, no podía ser un posible novio para ella por lo que me tranquilicé y caí en la conclusión de que ellos debían de ser hermanos o algo parecido porque eran muy similares, sobre todo en la sonrisa. Físicamente era claro que no eran iguales. Sorprendentemente, él era mucho más hermoso que ella a pesar de ser un chico. Luego detecté que no sólo Dike  miraba al chico sino que observaba más allá de él. Estaba mirando a una chica que no apartaba la vista del chiquito.
Las cosas se hicieron más claras para mí. Esa chica era como una cazadora que había hallado a su presa y no era otra persona más que el chico al que Dike custodiaba.  En el transcurso de la noche, la cazadora no dejó de mirar al chico con ese apetito descomunal, como el deseo de alguien que ha pasado sed durante mucho tiempo y tiene en frente de sí la fuente de agua.
La noche se volvió entretenida, era una bomba a punto de estallar. Pero mi diversión se terminó cuando llamaron a comer. Allí todos se volvieron a la cocina y degustaron los panchos cocinados por mi prima. Eso era lo único que sabía que podía cocinar. Era su plato para atraer hombres, toda una diosa de la conquista masculina.

Debo reconocer que los hizo bien, los condimentó perfectamente y todos parecían opinar lo mismo que yo. Tuve la gran idea de abrir mi boca y alardear acerca de los panchos que había cocinado una vez para Dike cuando se quedó a dormir en mi casa. Pero ella me ignoró completamente y se fue rápidamente no habiéndome escuchado.

Eso me hizo pensar un poco, ¿acaso Dike no me estaba coqueteando hacía ya tiempo? ¿Entendí todo mal? Estaba perdido en mis pensamientos y no me di cuenta que no dejaba de mirar al chiquito que estaba siendo acosado por los amigos de ella. Le habían sacado los aderezos que él quería y estaba haciendo puchero. Eso fue muy tierno y sonreí. Proto me codeó por haberme reído de un niño. Bueno, no lo podía evitar. Así que le devolví el codazo y él se levantó para sacarle el envase a Cimo, el chico que molestaba al otro, y entregárselo al chico que sonrió tan libremente. ¿Qué edad podía tener? ¿Ocho? ¿Siete? No era un adolescente como nosotros, era chiquito y tierno. Muy tierno.
Cuando terminamos de cenar, ayudamos a limpiar la cocina y acomodamos todo para poder descansar allí. El curso de Dike dormía en el living y el resto en la cocina. El resto incluía al chico que antes había sido molestado, y que se lo notaba agotado, tanto como yo. Tenía toda la imagen de un nene que se iba a la cama temprano con el beso de su mamá.
Lo que pasó después fue la ruptura total de mi imagen sobre Dike. No pude hacer caso omiso al llamado de la naturaleza y, en medio de la noche, me dirigí al baño que había en la casa. Ignoré el del primer piso ya que, en ese, iba a ser interrumpido con mucha más facilidad que si iba al de la planta alta. No me gusta ir a los baños de las casas ajenas, pero la casa de mi tío ya era conocida así que no tenía porqué pasar por alto esta necesidad.
Jamás se me ocurrió por la mente la idea de tener que presenciar lo que vi. Si tan sólo hubiese tocado la puerta, si tan sólo hubiese hecho uso de mis sentidos para escuchar lo que sucedía, pero no, tuve que seguir la necesidad de satisfacerme y abrí la puerta del baño.
Allí estaban Dike y Nereo besándose. Las manos de mi primo parecía que se habían multiplicado, estaban por doquier. Ella abrió los ojos al sentir mi presencia, noté su sorpresa y vergüenza. Inmediatamente agaché la cabeza disculpándome y también para dejar de mirar, y me retiré. Nereo me ignoró por completo, o al menos él creyó que yo pensé eso. Sabía perfectamente que me había visto, y que la besó más posesivamente para marcar su territorio.
Después de eso, fui al único baño al que tendría que haber ido, desde un principio, y me fui a tratar de dormir. Claramente no lo conseguí debido a que mis pensamientos me lo impedían. Y todo se puso aún peor cuando, sigilosamente, ingresó Galatea e hizo lo que despertó, irónicamente, un nuevo sentimiento en mí.   
Autora: ferdeimos
Revisión: Alice
Fotografía: J. C. González.



Los hechos y/o personajes de la historia son ficticios, 
cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia


Nos vemos lueguito...


Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA 3.0,
 como se detalla en http://creativecommons.org/licens. 

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