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conmigo
Sonaba
un rock muy conocido en el reproductor de música de Dione, que estaba
acomodando su cuarto. Taumante, a su lado, lo ayudaba o eso era lo que él
pensaba ya que, cada cosa que le llamaba la atención al pequeño era motivo para
una gran historia y eso hacía que la actividad se interrumpiera. Pero a Dione
no parecía molestarle. Aunque tenía 15 años, había realizado viajes con sus
amigos por la región. Sus padres siempre mantuvieron la postura de la mente
abierta, del mundo abierto, y dejaban que el muchacho también lo explorara.
Ellos querían que conociera el mundo con sus propios ojos, que se desarrollara
experimentándolo todo. Ser libre para conocer lo que es y no olvidarse de ese
sentimiento.
Dione:-
(Sentado sobre su cama) Ese disco estaba en oferta y, como no tenía mucha plata,
y me quería llevar algo como recuerdo, lo compré.
Taumante:-
(Curioso) ¿Lo escuchaste?
Dione:-
(Suspira) Estuvimos escuchándolo toda la tarde… ¿Te gustó?
Taumante:-
(Leyendo la contratapa) Es distinto a lo que escucho normalmente, pero si.
Dione:-
Claro que es distinto. Estos son los que crearon la música que vos escuchas.
Son los primeros en hacer rock.
Taumante:-
(Sorprendido) Uou. ¿De verdad?
Dione:-
No te mentiría… Y más con las pruebas al alcance de tu manos…
Dione
señaló con sus ojos la computadora de escritorio que estaba prendida para que
el muchacho desasnara su duda respecto a la información que él le dio sobre la
banda. Además, con esto aprovecharía para continuar con su tarea.
Taumante:-
(Mirado curioso la página Web) ¡Tenías razón! Tengo que escucharlos más.
Dione:-
Bueno, como no tenes internet en tu casa para poder escucharlos, podes venir a
la mía.
Taumante
sonrió. Dione podría haberle ofrecido prestarle sus discos, pero para él eran
reliquias. Aún no podía confiar semejante responsabilidad en un chico de diez
años, por más que éste fuera tan responsable como lo era él.
Dione:-
(Mira a la ventana) Supongo que ya es hora de que vayas a tu casa, ¿no?
El
muchacho vió la hora de su reloj de goma azul y comprendió que debía marcharse.
A sus padres no les gustaba que regresara a casa tarde. Así que se despidió de
Dione, que lo saludó rápidamente, y volvió a su casa. Metis lo estaba esperando
con una gran sonrisa y Dike estaba leyendo para una prueba de biología.
Metis:-
(Sirviendo los ravioles) ¿Qué estuviste haciendo hoy Tau?
Taumante:-
(Mirando cómo servía su mamá) Conocí la banda que dio origen a lo que escucho.
Forco,
que estaba mirando un partido de fútbol, esbozó una sonrisa que su hijo logró
ver y, como siempre, le ganó la curiosidad.
Taumante:-
¿Qué es gracioso?
Metis:-
(Sonríe) Tu papá tiene mucho de esa música para que escuches.
El
chico sonrió y cenó feliz. Luego de la gran comida, el joven siguió a su papá
que emprendió su camino hasta su pieza. Taumante estaba feliz de poder hablar
con él. Había encontrado algo en común entre ambos. El vínculo podía salvarse,
aún estaba a tiempo.
Cuando
llegó el momento de dormir y luego de haber saludado a todos deseándoles dulces
sueños, Taumante salió de su pieza haciendo el menor ruido para no despertar a
nadie de la familia. Bajó las escaleras, tomó el teléfono y marcó los ocho
números que ya conocía de memoria. Espero unos segundos y cuando dejó de sonar
el sonido de espera, habló primero.
Taumante:-
¡Gracias Dione!
Dione:-
(Medio dormido) ¿De nada?
Taumante:-
Hoy me mostraste la clave para poder hablar con mi papá. A él le gustan las
bandas que vos tenes en tu pieza.
Dione:-
¿Ah, sí?
Taumante:-
Tiene muchos discos, y cosas muy viejas.
Dione:-
(Desanimado) Oh, qué bueno.
Taumante:-
¿Qué pasa?
Dione:-
Nada... Estoy cansado.
Taumante:-
Perdón.
Dione:-
Me pone contento que puedas escuchar la música con tu papá.
Taumante:-
Si, pero él no me va a prestar los discos. Dice que son una reliquia. Así que
estoy como antes.
Dione:-
Aún podes venir a casa cuando quieras.
Taumante:-
De eso te quería hablar.
Dione:-
(Ligeramente molesto) ¿Ahora qué? ¿No te dejan salir de casa?
Taumante:-
(Pellizcándose el pómulo izquierdo) No, tonto.
Dione:-
Entonces, ¿cuál es el problema?
Taumante:-
Que no quiero ser una molestia. Y vos no me lo decís porque no queres
ofenderme.
Dione:-
¿Alguna vez te hice sentir eso?
Taumante:-
No, pero…
Dione:-
(Interrumpiéndolo) Sé lo que pasa por tu cabeza, puedo leerte. “¿Por qué no
puedo decir que visito a Dione?” Bueno, simplemente no quiero que Dike piense
que me acerco a vos para estar con ella. O que empiece a usarte para obtener
información sobre mí.
Taumante:-
No entiendo, pero voy a seguir manteniéndolo en secreto.
Dione:-
¿Ves por qué te digo que sos un mocoso?
Taumante:-
Basta.
Dione:-
Tau, sentite libre de venir a mi casa cuando quieras. Ya sabes cuándo estoy
libre de la escuela.
El
muchacho asintió y cortó rápidamente dejando a Dione con el deseo de continuar
charlando. O tal vez él tenía los mismos deseos, pero estaba despierto en un
horario no apto para estarlo. Él no quería tener problemas con sus padres y
menos mentir para justificar el porqué estaba allí, al lado del teléfono.
Dione
no podía dormir, muchas preguntas azotaban su mente. ¿Qué es lo que iba a
hacer? Desde que se desarrolló le han gustado las mujeres, salió con muchas,
tantas que ya no podía distinguir si seguían o no saliendo. ¿Le gustaban los
chicos? ¿Qué sientía por Taumante? ¿Qué era Taumante para él? ¿Por qué lo
afectaba tanto?
Otros
pensamientos arribaron, ¿qué iban a decir sus amigos?, ¿y sus padres? Dione
sabía que éstos se iban a arrepentir de haberlo dejado ser libre, esa libertad
lo hizo experimentar muchas situaciones, pero nada se comparaba con esto. Él
gustaba de Dike. Ella le parecía linda, pero Taumante era otra cosa. Y otra vez
lo invadía. Su cerebro le estaba jugando una broma de muy mal gusto. Él era el
hermano de Dike, un mocoso que no sabía nada de música y era un hombre, por más
hermoso, tierno y abrazable que fuera.
¿Qué
iba a hacer con Dike? Si Taumante le preguntaba mucho tendría que decirle que
realmente no quería verla. Que no quería saber nada de ella, que sólo quería
estar con él y eso lo tenía nuevamente preocupado. Era un hombre. Y, sobre
todo, un menor de edad. Eso no se le había cruzado por la cabeza. Taumante
tenía diez años, y él quince. Aún era un niño y él estaba lleno de pensamientos
encontrados. Por momentos quería que el chico lo odiara, así éste no estaría
alrededor de él como lo estaba haciendo. Pero en otros, quería monopolizarlo.
Autora: ferdeimos
Revisión: Alice
Fotografía: J. C. González.
Los hechos y/o personajes de la historia son ficticios,
cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia
Nos vemos lueguito...
Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA 3.0,
como se detalla en http://creativecommons.org/licens.
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