Serie Dike ~ Completa

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Un espacio

Para agradecer a:

Alice por ser leer todo lo que escribo, por más que esté horrorosamente horrible (sobre todo con los tiempos verbales, ella saaabe).

Hachedesilencio que siempre tiene las frases precisas para los capitulos de Dike. Aunque el staff no lo sepa, gracias por hacer lo que hacen.

A mi familia por soportar todas mis locuras.

A los que leen, comentan, descargan y se dan una vuelta por acá. Perdón por el tiempo que me tomo para publicar cosas... gracias por leer!!

~ ferdeimos

jueves, 19 de diciembre de 2013

Dike-Tomo II.Capitulo6: El problema



Capitulo 6: El problema

Finalmente Dike llegó a su casa. Se miró a través del espejo del pasillo entre el living y la cocina, notó que su cabello estaba alborotado por el excesivo viento que fluía por las calles de su ciudad. Pensó que ya era hora de dejar atrás el peinado de siempre, pelo corto, con las puntas desmechadas y una vincha de pelo en forma de media luna que sólo estaba allí para decorar. No sujetaba su voluminoso pelo, simplemente combinaba con lo que ella llevaba puesto. Generalmente estaba en la escuela por lo que el guardapolvo blanco la obligaba a  usar las vinchas de media luna claras, pero siempre intentaba hacer que coincidieran con el color de su remera, así que tenía varias en su cajón y ya quería reemplazarlas por otras, cambiar su estilo.

Se desprendió el guardapolvo mientras atravesaba el umbral de la cocina y allí, sentados a los costados de la mesa, estaban Metis y Taumante esperándola con una merienda muy rica. Los hermanos eran muy consentidos por sus padres, en especial por Metis. Taumante adoraba la leche fría con copitos de chocolate y su hermana, chocolate con leche tibia, sin ningún cereal flotando por la superficie. A ambos les gustaban las galletitas de chocolate rellenas con vainilla, para mojarlas en la leche y conseguir que el líquido se hiciera más chocolatoso.  

Metis ayudó a su hija a terminar de despojarse del guardapolvo y le dio un cálido beso en la mejilla derecha de bienvenida. Dike dejó su mochila colgada en la silla y se dirigía a la mesada cuando su madre la interrumpió.

Metis:- Primero las manos y luego la comida.

Dike la miró con cariño, pero se notaba molesta, cuándo iba a comprender su madre que ya era bastante grande como para estar recibiendo ese tipo de instrucciones. Tal vez sólo tendría que primero ir al baño en vez de entrar a la cocina como siempre hacía. Probablemente su madre no haría tal comentario y ella se sentiría un poco más adulta, o por lo menos de su edad.

Taumante:- (Mirando su tasa vacía) Delicioso mamá, como siempre.

Metis:- (Sonriendo) Me alegra que te guste Tau.

El niño se puso de pie, dejó la tasa en la mesada y tomó sus pertenencias apurado. Su madre lo miró extraña, su hijo no era así de atolondrado. Taumante lanzó una sonrisa y se dirigió a las escaleras, se iba a su cuarto. Seguramente a estudiar, o a leer un libro, o a escuchar música. Metis sólo le advirtió que no subiera corriendo por las escaleras y el chico asintió con la cabeza.

Metis:- La cara de Taumante es increíblemente convencedora… Podría ser doctor.

Dike:- ¿Doctor?

A la mujer se le iluminó el rostro, parecía como que hacía mucho tiempo que no conversaba con alguien. Esto generaba en Dike angustia, se sentía mal consigo misma ya que era su única hija y no estaba mucho tiempo con su madre. Gastaba el tiempo haciendo tareas y salidas con amigas.  

Metis:- Imagínatelo en la sala de esperas, con su delantal blanco, su pelo rubio atado y anteojos negros de inteligente…

Dike:- ¿Anteojos de inteligente?

Metis:- (Sonríe) Si, de esos cuadrados o rectangulares que se usan ahora.

Dike:- Hipsters… los odio.

Metis:- ¿Eh?

Dike:- Hipsters, son personas que evitan las etiquetas y ser etiquetas.

Metis sonrió amablemente. Dike sabía que esa mirada sólo indicaba una cosa, <<No tengo ni idea de lo que estás hablando pero voy a dejar que sigas por si, en algún momento, entiendo algo>>. Así que, haciendo caso a la interpretación que hizo del rostro, prosiguió.

Dike:- Igual, todo ellos visten lo mismo y actúan igual.

Metis:- ¿Pero son inteligentes?

Dike:- (Con los ojos en blanco) Ay, ma… Son personas, podrían serlo como no. No sé si ser hipster te hace inteligente.

Metis:- Bueno, Tau ya lo es.

El timbre sonó, ambas se miraron, los cuatro estaban en la casa y nadie esperaba a alguien. Metis fue hacia la puerta y Dike empezó a lavar los trastos que habían usado para merendar. Cuando estaba por lavar su tasa, volvió su madre para decirle que Psámate estaba esperando por ella. Dike miró tímidamente desde la cocina para asegurarse que sea él realmente y, para su sorpresa, lo era. En la puerta estaba Psámate. Alto, con ese cabello rubio teñido revuelto y brillantes ojos verdes grisáceos mirando atentamente hacia el piso con sus manos entrelazadas hacia adelante. Ella necesitaba un momento para poder hablar con él, pero el tiempo pasaba de forma diferente para ambos, mientras ella se ahogaba en pensamientos, él se estaba impacientando. Su cara se estaba tornando tensa, lo que empujó a Dike a salir de su refugio y saludarlo.

Dike:- Vamos afuera.

Psámate esbozó una sonrisa, Dike no podía leer lo que estaba pensando el chico, pero suponía que ella tenía vergüenza de hablar cerca de su madre. Así que estaban los dos parados frente a la puerta.

Dike:- Psámate, ¿qué haces acá?

Ladeó la cabeza y la miró con mucha atención, pensando cada una de las palabras que iba a decir.

Psámate:- Vengo a responder a tu pregunta.

Dike:- Ah, ¿sí?

Dike lo miró sospechando de lo que él venía a decirle. Su respuesta iba a ser comprometedora, revelaría quién había traicionado la confianza de Actea. Era evidente que Dike no había sido, ella tenía la conciencia tranquila. Además, sabiendo que lo hecho por su no tan amiga Actea era totalmente inmoral, ella no iba a ser quién le contara, no le correspondía. Tarde o temprano se iba a enterar, tarde o temprano la ruptura iba a llegar. Sólo quedaban Euribia y Lisiánasa. Fuera quien fuese, no iba a salir ilesa de eso. Actea estaba totalmente sacada de sí.  

Ella lo miró esperando por la respuesta, él sostuvo la mirada, inalterable. A Dike se le disparó el corazón, ya no podía soportar más la intriga y este chico iba a alterarla por completo.

Psámate:- Fue Lisiánasa.

Dike:- ¿Qué?

Psámate:- Lisiánasa, no sé si lo dije bien, su nombre es raro. Además que mucho no la conozco.

Dike:- No puede ser.

Psámate:- Si, ella fue. La de rulos, rubia.

Dike estaba boquiabierta, su falta de tacto la dejaba sorprendida; quería que dejara de hablar, que dejara de describirla. Por qué no se dieron cuenta antes. Era evidente, estaba escrito en mayúsculas y en negrita.

Dike:- Ella es tan callada...

El muchacho la miró con una ceja alzada. Había algo que Dike no estaba entendiendo o se perdió alguna palabra que haya dicho mientras trataba de digerir la noticia totalmente anunciada.

Psámate:- Las calladas son las peores.

Dike:- Eso es un poco irónico de tu parte. Vos también sos reservado.

Psámate sonrió mostrando sus dientes de fumador. Dike sostuvo la respiración esperando no haberlo ofendido con su respuesta reflejo.

Psámate:- Por eso me caíste bien. Decis todo, no te guardas nada.

Dike:- (Volviendo a respirar con normalidad) Bueno, muchas gracias.

Psámate:- Con razón le gustas a mi hermano.

El chico frunció los labios y miró para todos lados, había hablado de más. Un balde con agua bien fría le cayó sobre la cabeza a Dike. Esto era algo inesperado. La sonrisa de Dike ya no estaba iluminada. Hace un momento estaba feliz por el cumplido recibido, pero ahora era diferente. Se encogió de hombros tratando de no hacer la pregunta que finalmente, traicionada por su maldito carácter curioso, formuló.

Dike:- Que Ceto, ¿qué?

Psámate:- Nada… No dije nada.

Dike:- Creo haberte escuchado claramente…

Psámate:- Creo que tenes que ir a hacerte ver los oídos, estas escuchando mal, muy mal…

Dike respiró hondo, estaba avergonzada, intrigada y con severas ganas de ir al baño debido a que el frío de la calle provocaba que su vejiga se activara cada tres minutos. Quería respuestas, pero tenía en claro que, como buen hermano, no iba a decir más. Así que decidió devolverle el favor poniéndolo en una situación incómoda, como para que sintiera lo mismo que ella.

Dike:- ¿Estás bien con lo de Actea?

Alzó las cejas y la miró con ojos fríos. No estaba contento con esa pregunta. El corazón de Dike latía torpemente y sus mejillas ardieron. Esa pregunta fue más lejos de lo que quería llegar, pero se lo merecía, por haberle lanzado una bomba y no calmar su duda principal.  

Psámate:- ¿Estuviste bien con lo Nereo?

Dike abrió la boca por tercera o cuarta vez, ya había perdido la cuenta. Esto era la guerra, la guerra de quién sabía más del otro, de quién podía dañar más con información del pasado. Era un terreno en el cual ella no estaba acostumbrada a transitar y verdaderamente, no tenía intenciones de hacerlo, pero no podía dar el brazo a torcer, además de curiosa era terca, muy terca.

Dike:- ¿Te hace bien lastimar a las personas?

Psámate:- Lo mismo digo.

Dike:- Vos empezaste.

Psámate:- Dike, solo digo que te olvides lo que dije, me salió solo. No puedo controlar lo que digo, fue un error.

Dike:- Pero entonces escuche bien.

Psámate:- Bien…

Psámate se limitó a responder eso. Dike había logrado lo que quería, lo quebró con la primera pregunta y consiguió que se abriera, descubriendo, además, que no tenía una personalidad tímida y callada, simplemente se cuidaba de no hablar por ser tan propenso a no pensar lo que estaba a punto de contar.

Dike:- Escuché bien pero…

Psámate:- Chau Dike, y perdón por haberte hecho sentir mal.

El chico cerró el cuello de su campera de corderoy marrón oscura y se adentró a las oscuras calles del barrio. Dike ingresó a su casa cerrando la puerta con llave y con las trabas de seguridad. La cena estaba casi lista, se podía oler la salsa de tomates casera, lo que llevaba a suponer que iban a comer pastas.

Se sorprendió al no recibir pregunta alguna por parte de su madre. Seguramente Taumante inventó alguna treta para convencerla que ese chico era un compañero que venía por la tarea. Su hermano había aprendido a mentir piadosamente desde la fiesta nefasta de Nereo. Pero como le había dicho su madre, el mocoso tenía el poder de convencimiento en su rostro, ahora le intrigaba saber cómo seguía la historia que Metis tenía en la cabeza de su visión de su hijo en el futuro.


Autora: Ferdeimos
Revisión: Alice






Los hechos y/o personajes de la historia son ficticios, 
cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia

Nos leemos dentro de dos semanas

Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA 3.0,
                          como se detalla en http://creativecommons.org/licens. 

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