Serie Dike ~ Completa

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Un espacio

Para agradecer a:

Alice por ser leer todo lo que escribo, por más que esté horrorosamente horrible (sobre todo con los tiempos verbales, ella saaabe).

Hachedesilencio que siempre tiene las frases precisas para los capitulos de Dike. Aunque el staff no lo sepa, gracias por hacer lo que hacen.

A mi familia por soportar todas mis locuras.

A los que leen, comentan, descargan y se dan una vuelta por acá. Perdón por el tiempo que me tomo para publicar cosas... gracias por leer!!

~ ferdeimos

viernes, 27 de diciembre de 2013

Dike.TomoI - Especial Navidad

Leélo cuándo quieras


~ Especial Navidad ~

La computadora se apagó sin previo aviso, el e-mail no había sido enviado y Dike estaba estupefacta. El calor estaba invadiendo la ciudad, ya había pasado el cumpleaños de Taumante y hacía treinta y tres grados de temperatura. Dike no quería imaginar la sensación térmica, debió de estar por los treinta y cinco u ocho grados.

El hecho era que ella estaba en el ciber Castle, el legítimo dueño no estaba y el empleado era un estúpido que no había prendido el aire acondicionado. Por el poco tiempo que ella había estado allí, sabía perfectamente que las máquinas trabajaban a una temperatura menor de veinticinco grados y que, irrefutablemente, el aire tendría que estar encendido.

Claramente, Dione no estaba, se había despedido de ella hace un par de días, y sólo lo vio saludar a su hermano en su cumpleaños, lo que la tenía pensativa y por lo cual había decidido escribirle un correo que precisamente no pudo enviar. Así que Dike estaba intratable. Se levantó de la silla de plástico despegando sus pantalones con dificultad. Asqueada pagó la cuenta y se retiró para volver a su casa, allí seguro habría un ventilador generando un poco de aire fresco, aunque lo dudaba.

Mientras tanto, Metis se acercó a Taumante que estaba sentado en el sillón del living, frente al ventilador, leyendo un libro de tapa y hojas gastadas. Tomó el extremo del cabello rubio del chico y lo ató con una coleta.

Metis:- Con el calor se te cae y te molesta la vista.

Taumante:- (Sonriendo) Gracias má. Estaba empezando a hastiarme… Tal vez me lo corte, por lo menos durante el verano.

Metis asintió con la cabeza y lo besó en la frente mientras su hijo daba vuelta la página.

Metis:- ¿Cuántas veces vas a leer ese libro? ¿No te cansa?

Taumante:- “El principito” es un clásico ligero para entretenerme en verano, hasta que Papá Noel me traiga una nueva novela.

Metis:- (Sonriendo) Me acuerdo que fue el primer libro que te leí. Eras tan chiquitito.

Taumante:- No tanto, ma.

Mestis:- Si eras apenas un bebé.

Taumante:- Y ahora soy un mocoso, ¿no?

Su madre lo miró, acarició su cabello sedoso que salía de la coleta y sonrió. El chico debía estar atravesando por una etapa complicada propia de la edad.

Metis:- Todavía no. Recién cumpliste 11 años, sos un bebé. Mi bebé.

El rostro de Taumante se volvió tenso, los ojos parecían que iban a derramar más lágrimas que un recién nacido, pero se contuvo. Si iba a ser un adulto, tendría que aguantarse el capricho.

Metis:- No te enojes Tau. Es un cumplido materno.

Taumante:- Lo sé, pero no me gusta ser chico. Quiero ser grande.

Metis sonrió sabiendo que esto era normal en los niños, querer ser adultos pronto para luego arrepentirse de no haber aprovechado el tiempo como correspondía. Pero también sabía que su hijo había desarrollado una mente un tanto desproporcional a su edad, y eso siempre la tuvo preocupaba. Principalmente temía a que no fuera aceptado por los demás, cosa de lo cual ya no era un problema, Taumante tenía amigos y participaba de juegos de niños como el fútbol. También iba a un club y tenía un amigo que no lo dejaba solo.

Decidida a marcharse, sintió un tirón en su pollera verde larga con puntillas blancas.

Taumante:- (Mirándola desde abajo) ¿Ma?

Metis:- ¿Qué pasa?

Taumante:- ¿Cuándo te besaron por primera vez?

Ella lo miró sorprendida, movió la cabeza queriendo decir que no estaba para historias y emprendió su camino hacia la cocina. Pero no sirvió de nada. Su hijo la persiguió como bien solía hacer. Sabía que no iba a detenerse hasta que no le respondiera la pregunta, era muy insistente y siempre conseguía lo que quería.

Metis:- Todavía sos muy chico para saberlo.

Taumante:- (Haciendo puchero) Pero tengo curiosidad.     

Metis:- Esa carita de buen nene que pones.

Taumante:- Por favor…

Metis se mordió el labio inferior y sonrió. Negó con la cabeza pero sabía que ya le había ganado. Iba a responder.

Metis:- Mocoso insolente.

Taumante:- ¿Ahora soy mocoso? Hace poco todavía era un bebé.

Metis:- Te promoví a mocoso.

Taumante:- ¿Vos también con eso?

Metis:- ¿Yo también? ¿Quién te dice mocoso?

Taumante miró hacia la ventana tratando de evitar que su madre viera su sonrisa pícara, la cual ponía cada vez que recordaba a su amigo Dione recientemente desaparecido por voluntad propia.

Taumante:- ¿Vas a contarme cuándo te besaron por primera vez?

Metis:-Primero, yo lo besé.

Taumante:- (Divertido) ¿En serio?

Metis:- Era muy tímido. Me arriesgué a ser rechazada.

Taumante:- Uou. ¿Y cuándo fue?

Metis:- Hace tiempo…

Taumante:- Eso no era lo que quería escuchar.

Forco llegó, los miró por un momento, abrió la heladera y sacó una cerveza.   

Taumante:- ¿Qué edad tenías cuando besaste por primera vez?

Metis:- Fue a los 16.

Taumante:- ¿Y él? ¿Qué edad tenía?

Forco:- (Acercándose al chico) “Él” era yo. Y tenía 18.

El chico sonrío, quería escuchar la historia de amor de sus padres. Quería saber qué sentimientos tenían, cómo se habían dado cuenta que estaban enamorados.

Forco:- (Yéndose) Que bueno que contaste el de los 16 y no el de los 14.

Metis:- ¡Forco!

Taumante comprendió que su madre le había omitido información. Sabía que ella lo protegía con todo su corazón y que no deseaba que, con once años, se enrollara en alguna historia de amor. También quería decir que su padre tenía 16. Era bastante grande para ella.

Dike llegó a la casa y fue directo a la cocina para tomar agua y comer algo. Caminar la agotaba y más con el calor que en ese día estaba haciendo.

Dike:- (Abriendo la heladera) ¿Qué hacían?

Metis:- Estábamos hablando del disfraz de Papá Noel de Taumante.

Taumante:- ¡¿Qué?! Ni de broma. Este año no.

Forco volvió sonriendo, sabía que esto iba a ser un espectáculo, por fin Taumante se revelaría ante su madre.

Metis:- Pero te queda tan lindo.

Dike:- (Tratando de ocultar la risa) Es una tradición Tau.

Taumante:- Pero ya soy grande. ¡Tengo 11 años!

Dike:- ¡Uf! Re grande.

Forco:- En todo caso, mocosito, podrías hacer la última aparición como Papá Noel… o elfo… eso te queda muy bien.

Taumante:- ¿Vos también papá?

Dike:- Tres contra uno.

Taumante:- No es justo, los pantalones me quedan chicos.

Forco:- Por eso dije elfo.

Taumante estaba refunfuñando, eso hizo que Dike se olvidara que no había podido enviar el e-mail a Dione, pero no podía hacer que el calor se fuera.

Forco:- ¿Quién quiere venir al súper a hacer las compras?

A los tres restantes se les iluminó la cara. Estaban queriendo ir a un lugar que tuviera aire acondicionado y el supermercado era perfecto. Mientras que Metis se encargaba de acomodar todo, cerrando ventanas y cortinas, Forco sacaba el auto del garaje.

Taumante:- ¿Qué vamos a cenar para Navidad?

Dike:- Es dentro de dos días.

Metis:- (Cerrando la ventana de la cocina) Estaba pensando en arroz con ananá y mayonesa para el primer plato, junto con el pionono de jamón y queso.

Dike:- Y aceitunas con morrón y huevos duros adentro.

Metis:- Mmm, cierto.

Forco:- Vamos, el auto se rostiza.

Los cuatro se ubicaron en los lugares de siempre, Forco en el asiento del conductor, su esposa en el de acompañante, Dike atrás de Metis y su hermano, detrás del padre. Adoptaron esta distribución para así mantener un equilibrio de peso dentro del vehículo y no hacer que las gomas se desinflaran desproporcionadamente.
Dike:- ¿Y de segundo plato qué vamos a comer?

Forco pone en marcha el auto, todos cierran las ventanillas y dejan que el aire haga su trabajo, reducir la temperatura del ambiente.

Metis:- Forco va a hacer un pollo asado.

Taumante:- ¿Con papas?

Metis:- Sí, hijo.

Taumante:- Voy a explotar en estas fiestas.

Dike:- Siempre es lo mismo. Comemos un montón, sin contar que el 25 tenemos que ir a almorzar con los parientes, y ahí sí que comemos.

Taumante:- La abuela cocina delicioso.

Dike:- Sí, muy rico.

Forco:- ¿Por qué el disco de los Guns está otra vez acá? ¿No lo escuchamos la semana pasada?

Taumante:- Todavía es el mes de mi cumpleaños. Así que ese disco no se mueve de ahí.

Dike:- Muy egoísta de tu parte Tau. Podrías dejar escuchar otra música a parte de la tuya.

Metis:- ¿Por qué no graban un disco con temas mechados entre tus gustos y los de tu hermana?

Dike:- Esa es una buena idea.

Taumante:- (Con los brazos cruzados) Y ahora es cuando ustedes lo van a lamentar.

Dike frunció el ceño. Misión cumplida. Había logrado hacer que su hermano se enojara. Se arriesgó a mirarlo. Estaba sereno, inexpresivo. Luego giró en su dirección y la fulminó con la mirada. Parecía que se le habían ocurrido unas cuantas palabras para decirle, pero finalmente no dijo nada, como en toda la salida.

Cuando regresaron, había tres mensajes en el contestador. Uno era de Euribia, había invitado a Dike a salir al día siguiente así que estaría esperando la respuesta. Otro era de un primo hermano de Forco invitándolo a pescar y otro, nuevamente, de Euribia. Parecía que no iba a esperarla tanto.

Dike:- Ahora le respondo.

Metis acomodaba las compras dentro de los estantes mientras su hijo la ayudaba y Forco guardaba el auto.

Metis:- ¿Ya se te pasó?

Taumante:- Si. Pero no me gustó que haya dicho eso. No soy egoísta.

Metis besó la frente de su hijo y sonrió al verle el cabello. Los ojos azules de Taumante reflejaban curiosidad.

Taumante:- ¿Qué tengo?

Metis:- No te sacaste la colita del pelo.

Taumante:- ¡¿Qué?! ¡No puede ser!  

El chico se puso de pie y salió corriendo hasta su cuarto para verse al espejo. Metis no pudo contenerse más y se carcajeó. Nadie se había percatado de esto, ni ellos ni las personas del supermercado, como si fuera normal verlo así.

Forco:- Mañana Dike se va a lo de una amiga y Taumante seguro que no salga de su pieza después de ese gran espectáculo.

Metis:- Pobrecito.

Forco:- Entonces vayamos a comprar los regalos.

Metis:- (Con los ojos en blanco) Siempre a último momento.

Forco:- Es cuando los precios son más bajos. Hay que saber comprar Metis.

Metis:- Pero va a estar lleno de gente, eso es tan molesto… Y más con este calor.

Forco:- Vos sos la que sabe lo que les gusta a los chicos.

Metis:- Si te interesaras en estar más con ellos, podrías saber qué es lo que les gusta.

Se pasó la mano por el pelo mojado del sudor. Parecía nervioso, enfadado. Con sus impenetrables ojos marrones, la miró fijamente y dijo, en tono mordaz.

Forco:- Me limito a pagar las cuentas.

Metis:- El egoísta sos vos.

Cerró los ojos, por un momento el enojo se reflejó en su rostro avejentado y se estremeció.

Forco:- Dike se pasó.

Metis:- No cambies de tema.

Forco:- Voy a ver la tele.

Metis se sintió confundida y enojada, sabía que el hombre amaba a sus hijos pero siempre estaba negando su paternidad. Se limitaba a trabajar, pagar todo y aparecer en la cena para dar una imagen masculina en la casa. No lo culpaba. Hubo un tiempo donde él aceptó un trato que jamás le pareció correcto, pero lo hizo por ella. Él cumplió con su parte hasta la fecha, pero con el pasar del tiempo, fue más fuerte que él. Por ello, y por todo lo que él soportó, Metis estaba más que agradecida, pero le costaba cada vez más estar en el medio, entre el pasado y el presente.


<< Querido diario:

Taumante se enojó conmigo por haberle dicho egoísta. Estoy cansada que lo traten como si fuera una reliquia. Solo dije la verdad y ya mamá lo defendió. Desde que tiene ese disco no deja de escucharlo. ¿No se da cuenta que cansa? Sería bueno que alguien le regale un reproductor de música y unos buenos auriculares para que así solo él escuche su horrenda música.

Es un nene consentido, y lo que más me enoja es que Dione haya hablado con él. ¿Qué le dijo? ¿Ahora se supone que son amigos? ¿Desde cuándo? Puedo responder esa pregunta, fue en la maldita fiesta de Nereo. Ahora Dione es amigo de él y eso me tiene mal. Seguramente es por eso que estoy tan irritada. Estoy celosa de Tau. Quiero pedirle perdón, pero lo veo y me da asco. ¿Qué tiene él que no tenga yo? Bueno, es hombre y para ellos es más fácil hacerse amigo de otros chicos. Es claro que yo ya no tengo más posibilidades con Dione, no después de lo que hice. Pero bueno, no me importa. Le voy a pedir perdón y listo.




Luego iré a lo Eu a tomar un helado para despedir el año. Mañana es Navidad y espero que me compren cosas lindas. El regalo de Taumante es predecible, un libro… un gran, aburrido y paginoso libro. >> 



Taumante salió de su cuarto, abrió sigilosamente la puerta de la pieza de su hermana y verificó que no estaba, ya se había marchado a la casa de su amiga. Sabía que sus padres tampoco estaban por lo que corrió hacia las escaleras y las bajó a toda prisa tomando el teléfono de la mesita. Marcó los ya memorizados ocho dígitos y esperó a que lo atendiera.

Dione:- ¿Tau?

Taumante:- Hola Dione

Dione:- ¿Qué pasó?

Taumante:- (Sentándose en el piso) ¿No puedo llamarte para preguntar por vos?

Dione:- Maldición, mocoso, claro que podés hacerlo, pero no soy idiota. Noto tu voz, y no es normal.

El chico cerró los ojos al mismo tiempo que apoyaba su cabeza contra la pared y esbozaba una leve sonrisa casi imperceptible. Dione lo conocía bastante, por lo menos por sus conversaciones por teléfono. Siempre que él necesitaba ayuda o tenía dudas, lo llamaba.

Taumante:- ¿Soy egoísta?

Dione:- Si.

Abrió los ojos que mantenía cerrados y sonrió, ya tenía en cuenta cuál iba a ser la respuesta del chico al otro lado del teléfono. Sabía que Dione era así, le decía “sí” a todas sus preguntas y más cuando se trataba de su personalidad.

Dione:- (En tono burlón) ¿Quién se atrevió a decirle algo al príncipe consentido?

El humor de Taumante había cambiado, Dione había logrado hacerlo olvidar de su enojo hacia con Dike.

Taumante:- Fue Dike.

Dione:- Siempre hay un por qué, ¿no? ¿Qué hiciste?

Taumante:- (Haciendo puchero) ¿Siempre soy yo? ¿No puede ser ella?

Dione:- No voy a responder. Pero te comento, solo para que te des cuenta de lo que yo veo, que si vos no fueras el que inició la pelea, no hubieras empezado con una pregunta como la que me dijiste: “¿Soy egoísta?”

Taumante:- Así no hablo.

Dione:- No soy bueno imitando.

Taumante:- Estábamos en el auto y todos empezaron a quejarse que vivo escuchando el disco de los Guns. Dike dijo que era egoísta porque yo dije que este era mi mes y se escuchaba lo que yo quería.

Se escuchó un ruido extraño, nasal gutural, Dione trataba de contener la risa y se le escapaba por la nariz. Finalmente la dejó salir y contagió a Taumante que comprendió que realmente estaba siendo egoísta.

Dione:- Sos la persona más consentida de este planeta.

Taumante:- No es así.

Dione:- Escuchame Tau. Lo que tenes de lindo, lo tenes de egoísta.

Taumante:- Pero…

Dione:- No te estoy diciendo nada malo, así sos y así serás.

Taumante:- Eso no lo sabes, las personas pueden cambiar. Así como dijiste que ya no gustabas más de mi hermana, puede que yo cambie y deje de ser egoísta.

Dione:- Pero nunca consentido. Toda tu vida lo vas a ser, porque eso ya no depende de vos. Es la gente la que quiere complacerte, la que quiere verte sonreír con sólo dejarte atender el teléfono, abrir la puerta o simplemente regalándote un libro o un disco.

Taumante:- No es justo.

Dione:- Claro que no, pero es lo que te tocó.

Taumante:- Pero yo no quiero eso para mí.

Dione:- Escuchame. No podemos elegir las circunstancias. Pero lo que sí podemos hacer es elegir cómo responder a ellas. Podés ser un egoísta presumido o lo que sos ahora, un egoísta lindo.
Taumante:- Voy a cambiar, Epicteto.
Dione:- ¿No hay posibilidad de que no sepas algo?

Taumante:- Si se trata de mitología o filósofos griegos, lo sé todo.

Dione:- ¡Egoísta!

Taumante se sonrojó y se pellizcó el pómulo izquierdo, había salido su personalidad para restregarle que así era él y que Dione tenía razón.

Taumante:- Esta vez ganaste Dione, pero voy a cambiar. Es cierto que no voy a poder elegir lo que me toque, pero me juro a mí mismo que voy a responder diferente a lo que hago ahora.

Dione:- Si eso te hace feliz.

Taumante:- Me hace mejor persona.

Dione:- O sea que, cuando regrese, me voy a encontrar con otro tipo de mocoso.

Taumante:- Para cuando regreses voy a ser un chico de secundaria.

Dione:- (Riendo) Tratá de no cambiar tanto que no te voy a reconocer.

Taumante:- No te burles Dione. Puedo cambiar.

Dione:- No lo dudo.

Taumante:- ¿De verdad?

Dione:- Ya te lo dije.

El chico sonrió satisfecho, su amigo creía en él y eso le daba más fuerzas para intentarlo. Sabía que iba a ser un camino difícil, durante once años había tenido esa personalidad y, mientras lo consintieran, no iba a poder ser otro hombre. Así que tendría que tratar que las personas también cambiaran y así él podría avanzar.

Dione:- Te quedaste mudo.

Taumante:- Creo que escuché un ruido.

Dione:- Tal vez sería bueno que no me llamaras, recordá que las cuentas llegan con el registro de llamadas.

Taumante:- Pero…

Dione:- Haceme caso, es mejor así.

Taumante:- ¿Y por correo?

Dione tardó un tiempo es responderle, finalmente aceptó la propuesta del chico y luego cortaron. Los padres de Taumante habían llegado de su salida misteriosa y él creía que ya le era necesario un celular pero no podría pedirlo, no ahora que había decidido no ser más consentido. Estaba haciendo un gran esfuerzo. 
  
Metis:- Mañana va a ser un gran día. Voy a cocinar.

Taumante:- ¿Te ayudo?

Metis:- Si tenes las manos limpias.

Taumante:- Siempre.

Dike llegó a las seis de la tarde, se tiró en el sofá masajeándose la panza. Su hermano fue a saludarla, tenía puesto el delantal de cocina. Recién habían terminado de preparar el arroz y el pionono.

Taumante:- ¿Tomaste helado?

Dike:- (Suspirando) Si, y mucho. Eu no quiso más el de ella y me lo dio a mi. Encima se pidió uno asqueroso.

Taumante:- (Sonriendo) Me imagino, menta granizada.

Dike:- (Con los ojos en blanco) Si… Es como estar comiendo la pasta dental.

Taumante se echó a reír fuerte contra el sillón donde se había sentado, Dike tomó el trapo que tenía en la mano su hermano  y le pegó cariñosamente.

Dike:- Me gusta tu risa Tau, es contagiosa.

Taumante:- La tuya también, nos reímos igual.

Dike:- (Poniéndose de pie) Debe ser por eso que me gusta.

Taumante:- (Sonriendo) Eso es ser egocéntrica.

Ella se dio vuelta para mirarlo a los ojos azul intenso que tenía su hermanito y sacó del bolsillo de sus vaqueros claros, una bolsita azul con estrellas blancas pequeñas. Se la entregó y él la agarró, la abrió despacio para no romper el envoltorio y sacó de él, un llavero con las iniciales de los Guns & Roses.

Taumante cerró los ojos, negó con la cabeza pero tenía una gran sonrisa en su cara. No podía creer lo que estaba presenciando. Dike se puso de rodillas frente a él y apoyó sus manos en sus rodillas.

Dike:- Fui muy egoísta Tau.

Taumante:- (Mirándola a los ojos) No, lo fui yo.

Dike:- Dejá que termine. – Hizo una pausa – Me puse celosa al ver a Dione con vos en tu cumpleaños. Fui a buscarte y los vi hablar. No escuché nada, pero se los veía tan bien.

Taumante:- (Apenado) Dike…

Dike sonrió nerviosamente. Estaba a punto de hacer una confesión muy fuerte ante su hermano de once años. Sabía que él no se iba a burlar de ella ya que era muy maduro para su edad y, en sus ojos vidriosos se reflejaba sinceridad.

Dike:- Desde la fiesta sorpresa de Nereo se que han estado hablando y supongo que ahora son amigos.

Taumante:- Un poco.

Dike:- Ambos sabemos que soy una celosa de mierda y que lo que creo que es mío no puede ser de otro. Dione no es mío, nunca ha sido mío, solo fue mi jefe y el primo de Nereo.

Taumante:- Pero Dione no es mío.

Dike:- Lo sé, y por esa humildad tuya, está más cerca de vos que de mí.

Taumante:- No es así. Él se fue para los dos.

Dike:- ¿No se hablan?

Taumante entendió la indirecta de su hermana, estaba indagando para obtener información sobre si Dione seguía o no pensando en ella, o si pensaba volver. Cualquier cosa de su amigo. Así que optó por mentir ocultándole información. Comprendió por qué él le había dicho que no tenía que contarle a nadie de sus encuentros. No eran criminales, pero su hermana iba a querer saber todo, lo iba a molestar por el resto del verano y de la vida.

Taumante:- Esa fue la última vez que hablamos.

Tenía que fingir, tenía que hacer que su hermana creyera que lo que le decía era  cierto, ya no se habían visto más, que ya no habían hablado más, y le salió estupendo. Dike quedó conforme, se puso de pie, le revolvió el pelo y se fue a su cuarto.

Tragó saliva, la necesidad de salir corriendo a contarle todo a su amigo estaba martillándole el cerebro, le picaba la mano con la que sostenía el teléfono y sólo pudo pellizcarse la mejilla izquierda.

Metis:- Vas a dejarte marcas si seguís pellizcándote así.

Se puso de pie y fue de a saltitos hasta donde su madre para seguir con la cocina navideña. Ella lo mandó a pasear al perro para que se cansara y así poder darle las gotitas para adormecerlo. Aunque la mayoría del barrio tenía una mascota, igual compraban pirotecnia para usarla la noche del veinticuatro.

Ya, en la plaza, el muchacho se sentó en el banco que siempre elegía para hablar con su amigo y dejó que Timoteo caminara solo, no tan lejos de él, pero sí libremente.

Todas sus ideas confluían en la charla con Dike esta tarde. Su hermana gustaba de Dione, y él no le correspondía. Él ya no quería saber nada de ella, ni que ella supiera de él. Le dijo que sólo quería estar con él, pero que no era el tiempo adecuado para ellos. Su despedida fue el mismo día de su cumpleaños. Alegría, tristeza y confusión se mezclaron ese día en la cabeza del pequeño, por lo que comprendió que el muchacho tenía razón, aún era chico para entender el mundo de los adultos no tan adultos. Algunas palabras de Dike le sonaron a novela “Dione no es mío, nunca ha sido mío”, “Por esa humildad tuya, está más cerca de vos que de mí”. ¿Humildad? Se preguntó. Él era egoísta, no cuadraba con nada. Dike estaba celosa de él, así que tendría que seguir con la mentira. No podía dejar que ella se enterase de su amistad con Dione, por lo menos hasta que lograse conseguirse a otro chico con el cual ocupar sus pensamientos.

Timoteo llegó interrumpiendo su ejercitación mental. Sonrió como el primer día que lo tuvo entre sus brazos cuando se lo regalaron para su cumpleaños, lo acarició y abrazó fuertemente. Su fiel mascota le devolvió el amor con muchas lamidas en la cara que recibió con mucho gusto a carcajadas por las cosquillas provocadas.

Taumante:- Volvamos a casa Timo.

El perro ladró en aceptación y regresaron. Estaba tan cansado, o lo fingía, que Taumante tuvo que llevarlo a upa. Ese perro era tan egoísta y consentido como su dueño.



Los primeros platos estaban en la mesa, Dike estaba sentada al lado de su madre, que estaba enfrentada a Taumante y Forco en la cabeza de la mesa rectangular decorada con un mantel dorado, velas rojas encendidas y servilletas con motivo navideño. Como solían hacer en todas las fechas o acontecimientos importantes, los cubiertos eran los nuevos, los que nunca usaban, sólo para esto.

Timoteo dormía, producto de las gotitas que le dieron entre el día anterior y ese. Taumante estaba preocupado por los ruidos y la sensibilidad de los oídos de las mascotas y Forco trataba de confortarlo alegando que ya las mascotas estaban acostumbradas a esas cosas. Una respuesta que hizo arquear la ceja de Metis en tono de desaprobación. Pero era Noche Buena, podían generar discusión, todo tenía que ser perfecto.

Metis:- (Levantando su vaso de gaseosa) Bueno, vamos a brindar.

Todos imitaron a la mujer y alzaron sus vasos al aire. Ella y Forco brindaron por un año de salud y trabajo. Dike pidió por los estudios y, mentalmente, por el amor. Y por último, el pequeño, brindó por el año que tuvo y para que los perros no sufrieran de dolor de oído.

Dike:- (Sonriendo) Nadie pidió por la Paz Mundial.

Forco:-Que las Miss Universo lo pidan.

Taumante:- Eso va por nuestra cuenta.

Dike:- Si, pero una sola persona no puede hacer nada.

Taumante:- Algo es algo.

Metis:- Mmm Tau, este pionono te quedó riquísimo.

Forco:- ¿Lo hiciste vos?

Forco señaló a su hijo con el cuchillo y él asintió sonriendo. Su padre lo estaba alagando. Metis le bajó el cuchillo retándolo por la acción, no se señalaba a las personas y menos con un utensilio de esas características.

Comenzaron a cenar a las nueve, luego de media hora habían terminado con el pionono y el arroz con ananá. Habiendo sacado los platos vacíos, Metis trajo el pollo con papas. Súper llenos, decidieron esperar un tiempo para luego ir a por el postre.

Eran las diez y media, la televisión estaba encendida, transmitían un especial musical de Navidad. El locutor contaba el tiempo que restaba para que llegaran las doce y hablaba acerca de las bandas que habían arribado al país ese año interpretando sus canciones más conocidas en recitales. Una de ella era los Guns & Roses. Taumante no se entusiasmó, esa hubiera sido su primera reacción, hacer que todos dejaran de hablar para que él pudiera escuchar la banda tocar. Se limitó a mirar de re ojo la pantalla y hacer que estaba interesado en lo que Dike contaba. Parecía que su hermana estaba muy entusiasmada con el próximo año, iba a ser el último en esa escuela ya que no quería un título de bachiller simple, quería uno con orientación, aunque todavía no lo tenía decidido. Tenía muchas opciones en mente, pero aún ninguna la entusiasmaba tanto como para elegir de inmediato. Tendría todo un año para elegir, aunque sea hasta Octubre, donde se acercaban las fechas de inscripción en las secundarias.

El locutor comenzó la cuenta regresiva para celebrar Navidad. Cuando llegó a cero, todos se saludaron con un abrazo y un beso. Los fuegos artificiales estaban inundando el cielo con múltiples colores. Todos, excepto Taumante, salieron a la vereda a contemplarlo. Él prefirió quedarse dentro, por respeto a todos los animales del planeta. Y mientras todo el ruido invadía el ambiente, sonó el teléfono. Automáticamente se puso de pie y corrió al teléfono.

Taumante:- (Tranquilizándose) Solo atiendo porque no hay nadie en la casa… - Suspiró y atendió – ¿Hola?

Dione:-¿Tau?

Taumane:- ¿Dione?

Dione:- ¡Feliz Navidad!

Taumante:- (Sonriendo) Gracias.

Dione:- Te llamaba para decirte que te estoy apoyando desde la casa de mis tíos. Todos salieron a ver y prender los fuegos artificiales, y yo me quedé acá.

Taumante:- Doblemente gracias.

Dione:- Algo es algo, ¿no?

Taumante:- Dike nos vió hablando en mi cumpleaños.

Dione no respondió, dejó que el chico continuara, sabía que no era tan grave como para hacerse la cabeza, sino el chico lo hubiera llamado hace tiempo.

Taumante:- No sé cuánto tiempo tengo, pero le mentí diciéndole que no nos seguíamos viendo, ni hablando.

Dione:- Y eso no te gusta.

Taumante:- No.

Dione:- Pero…

Taumante:- (Sonríe) Pero sos mi amigo… y con nadie tengo esto más que con vos.

Dione:- Por eso te dije que no me llamaras más. Así no te veías obligado a esto. Estar entre tu hermana y yo.

Taumante:- Entonces voy a ser egoísta.

Dione:- Mandame e-mails, van a ser más seguros.

Taumante:- Aunque no voy a tener las respuestas inmediatamente.

Dione:- Yo voy a ser el que esté esperando por ellas más de lo que te pensas. Yo soy el que tengo internet, vos no.

Taumante:- Voy a cortar.

Dione:- Tau.

Taumante:- ¿Qué?

Dione:- ¿Seguís con la idea de esperarme?

Taumante escuchó la puerta de la entrada abrirse, su corazón palpitó muy fuerte, lo iban a descubrir. Sus ojos estaban bien abiertos, dirigidos hacia quién ingresara por ella, pero se cerró. Suspiró y volvió a recobrar la respiración.

Dione:- ¿Tau? ¿Estás ahí?

Taumante:- Si a todo.

Dione:- Ojo con esa respuesta mocoso.

Taumante:- Voy a cortar.

Dione:- (Se muerde el labio inferior) Es de mala educación cortarle a alguien que te llama.

Taumante:- Lo voy a hacer.

Dione:- Esta bien. Cortame y no hablaremos más.

Taumante:- Me gustaría que cambiaras eso, siempre me estás amenazando.

Dione:- (Ríe) Eso jamás, me define como soy.

Taumante:- Muy mal.

Dione:- Esta bien, no te molesto más, por hoy.

Taumante:- Gracias por aclararlo, me estaba entusiasmando con la idea de que dejaras de molestarme.

Dione:- De nada, sabes que no podría dejarte así.

Taumante:- Se, se, se.

Dione:- Que lenguaje tan juvenil estas usando.

Taumante puso los ojos en blanco, apoyó su cabeza contra la pared y sonrió. Aún se escuchaban los ruidos de los fuegos de artificio y la casa resplandecía con ellos.

Dione:- Ahora si voy a colgar Tau.

Taumante:- Hasta luego.

Dione:- Feliz Navidad Tau.

Taumante:- Feliz Navidad Dione.

Dione:- Hasta que dijiste mi nombre, me estaba preocupando.

Taumante:- No seas tonto, sabes que Dike está y no puede saber de esto.

Dione:- Si yo no te llamo, vos no me llames. Comunicate conmigo por correo, ¿sí?

Taumante:- (Haciendo puchero) Si, como digas.

Dione:- No hagas puchero, porque no va a hacer que cambie mi decisión.

Taumante:- Bien.

Dione:- Bueno, “si a todo”, espero que mantengas esa respuesta para el futuro.

Taumante:- Como mocoso que soy, gracias a tu promoción, no entiendo nada de lo que me estás diciendo. Así que sería bueno que te rebajes a mi nivel o me lo expliques por correo.

Dione:- Guardá todo eso en tu cabecita de esponja y me lo planteás cuando tengas mi edad. Si es que, para ese entonces, ya lo entendiste.

Taumante:- Te cuento que cumplí 11 años, así que no falta mucho para que alcance tu edad.

Dione:- Adiós, principito.

Dione colgó, el chico acomodó el teléfono y, para su sorpresa, volvió a sonar. Cuando atendió, era su abuela. Estaba llamando hace tiempo y nadie le contestaba, Usando un poco de su nueva característica incluida en su persona, mintió diciendo que el servicio estaba andando muy mal, y se agravaba más en estas fechas.

Los tres de afuera ingresaron sonrientes. Metis tomó el teléfono que su hijo le entregó para hablar con su madre. Dike se dirigió al arbolito de Navidad y abrió su regalo. El paquete era grande, envuelto con un papel verde y un moño rojo, bien propio de la ocasión.

Dentro había una carpeta celeste con decorado floral número tres con cierre haciendo juego, un paquete de doce lapiceras con brillo, separadores florales y una cartuchera de jean.

Taumante se acercó a la bolsita azul oscuro con el nombre de la librería donde fue comprado el libro, tenía una sonrisa de victoria, el libro que tanto deseaba estaba allí, dentro de esa bolsa, seguramente envuelto para generar más misterio y suspenso.


Sacó el libro y sí, era lo que él deseaba, “El Lord de los Vientos”, el primer libro de una trilogía que prometía ser un gran éxito, no sólo para disfrutar de una buena lectura sino de una gran expectación cinematográfica.

Taumante:- No pasas de esta noche.

Dike:- Me da miedo cuando le hablas así a los libros.

Taumante:- A ellos le gusta.

Dike:- Ya veo…


<< Querido diario:

Ya pasaron las fiestas. Estamos a 26 de diciembre. Hace mucho calor y papá ya instaló la pileta en el patio. Seguramente Timoteo va a ser quien la estrene, como todos los años. Creo que es el único perro al que le gusta el agua. Y todo gracias a Taumante que, como prometió, se encerró en su cuarto a leer el libro que le compraron… digo, que le trajo Papá Noel. 

En mi aburrimiento, reflexioné sobre estas fechas. Busqué en los libros que tenemos en la biblioteca de Taumante; sí, ya es de él porque siempre está ahí. En fin.  “La Navidad es la celebración del nacimiento de Cristo; que tuvo lugar en Belén, un pueblo de Palestina, hace aproximadamente dos mil años. Se celebra el 25 de diciembre y cuatro semanas antes tiene lugar el Adviento, es decir, un tiempo de espera y preparación interior.” Creo que eso lo sabe todo el mundo. Bueno, lo de Palestina ni idea y lo mismo con lo de cuatro semanas de la preparación interior. Vaya a saber uno para qué sirve eso…

“El mensaje de la Navidad va dirigido a todos los hombres que pueblan el planeta Tierra [… ]: "Paz a todos los hombres de buena voluntad". Pero realmente tiene un significado mayor para los cristianos, ya sean católicos, protestantes u ortodoxos; ya que son los que creen que el Niño que nace en Belén, es el Hijo de Dios.”

Para algunos, Navidad es el nacimiento del niño Jesús, para otros significa fiestas, regalos y diversión. Yo soy de las que está del lado de la reunión familiar y los regalos. Sé que soy víctima de la sociedad capitalista, siempre me lo dice mi hermanito y mi subconsciente; pero, ¿puedo hacer algo para cambiar? ¿Voy a seguir queriendo cosas? Y si alguien me muestra lo que le compraron o se compró, ¿voy a poder no sentir envidia? Creo que es una tarea para el año que viene, cambiar como persona. Tratar de ser mejor, no pedir ni desear cosas, porque las cosas te atan, te hacen querer más. Tampoco tengo que ser tan cruel con Tau, si a él le gusta leer o escuchar su música (espantosa de por sí),  no voy a hacerlo sentir mal por eso. Cada uno es como es.

Aprovecho la Navidad para reconocer que estuve mal y que es un momento para cambiar cosas. Y ojalá que todos agradezcan lo que tienen, estén orgullosos de lo que son, que aprovechen estas fechas para estar cerca de los seres queridos, convertirnos en personas más humanas y sensibles por nuestro entorno y lo que nos rodea.

Por lo pronto, voy a tratar de no ser tan materialista. El resto, me va a llevar toda la vida.
Dike…

Ja, ja, ja. Vas a pensar que estoy loca, pero me acabo de acordar algo mega importante. Finalmente, cuando Taumante tenía su regalo en las manos, mamá cortó con la abuela y trajo el disfraz de Papá Noel. Resulta que la abuela quería una foto de nosotros dos y que, por supusto, Taumante llevara puesto el disfraz. Lo que costó hacer que el mocoso se cambiara. Recién tiene 11 años, le queda mucho tiempo más por disfrutar de los momentos bochornosos de la familia. Así que, una vez que fue encerrado, porque hubo persecución, muy divertida y familiar, mamá y papá lo cambiaron a la fuerza y lo llevaron a cuesta, al lado del arbolito. No puedo explicar ni quiero imaginar lo que los vecinos habrán pensado de los gritos de Taumante. “¡No! ¡Por favor!” “¡No lo quiero hacer!” “¡¿Por qué me obligan?!” “¡Yo qué hice!” Muchas más frases memorables que no pude grabar porque no tengo una filmadora… Y ahí me salió la materialista… mejor que quede en nuestros recuerdos.

Mamá me dijo que hiciera como que estaba decorando al árbol y lo metió a Taumante cerca. Semejante cara tenía. No pude aguantar y salí riéndome. La risa me atacó. También tuvo la culpa papá. Le decía elfo, enano, se reía con esa sonrisa tan contagiosa. La pasé genial. Todos nos reímos a costas de Tau, pero bueno, se lo merece por ser lindo.
Ahora si me despido. Ya no queda nada para fin de año.
Dike >>



Autora: Ferdeimos
Revisión: Alice





Los hechos y/o personajes de la historia son ficticios, 
cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia

Nos leemos entro especial
Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA 3.0,
                          como se detalla en http://creativecommons.org/licens. 

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