Leélo cuándo quieras
~ Especial Navidad ~
La computadora se apagó sin previo
aviso, el e-mail no había sido enviado y Dike estaba estupefacta. El calor
estaba invadiendo la ciudad, ya había pasado el cumpleaños de Taumante y hacía
treinta y tres grados de temperatura. Dike no quería imaginar la sensación
térmica, debió de estar por los treinta y cinco u ocho grados.
El hecho era que ella estaba en el
ciber Castle, el legítimo dueño no estaba y el empleado era un estúpido que no
había prendido el aire acondicionado. Por el poco tiempo que ella había estado
allí, sabía perfectamente que las máquinas trabajaban a una temperatura menor
de veinticinco grados y que, irrefutablemente, el aire tendría que estar
encendido.
Claramente, Dione no estaba, se había
despedido de ella hace un par de días, y sólo lo vio saludar a su hermano en su
cumpleaños, lo que la tenía pensativa y por lo cual había decidido escribirle
un correo que precisamente no pudo enviar. Así que Dike estaba intratable. Se
levantó de la silla de plástico despegando sus pantalones con dificultad.
Asqueada pagó la cuenta y se retiró para volver a su casa, allí seguro habría
un ventilador generando un poco de aire fresco, aunque lo dudaba.
Mientras tanto, Metis se acercó a
Taumante que estaba sentado en el sillón del living, frente al ventilador,
leyendo un libro de tapa y hojas gastadas. Tomó el extremo del cabello rubio
del chico y lo ató con una coleta.
Metis:- Con el calor se te cae y te
molesta la vista.
Taumante:- (Sonriendo) Gracias má.
Estaba empezando a hastiarme… Tal vez me lo corte, por lo menos durante el
verano.
Metis asintió con la cabeza y lo besó
en la frente mientras su hijo daba vuelta la página.
Metis:- ¿Cuántas veces vas a leer ese
libro? ¿No te cansa?
Taumante:- “El principito” es un
clásico ligero para entretenerme en verano, hasta que Papá Noel me traiga una
nueva novela.
Metis:- (Sonriendo) Me acuerdo que fue
el primer libro que te leí. Eras tan chiquitito.
Taumante:- No tanto, ma.
Mestis:- Si eras apenas un bebé.
Taumante:- Y ahora soy un mocoso, ¿no?
Su madre lo miró, acarició su cabello
sedoso que salía de la coleta y sonrió. El chico debía estar atravesando por
una etapa complicada propia de la edad.
Metis:- Todavía no. Recién cumpliste 11
años, sos un bebé. Mi bebé.
El rostro de Taumante se volvió tenso,
los ojos parecían que iban a derramar más lágrimas que un recién nacido, pero
se contuvo. Si iba a ser un adulto, tendría que aguantarse el capricho.
Metis:- No te enojes Tau. Es un
cumplido materno.
Taumante:- Lo sé, pero no me gusta ser
chico. Quiero ser grande.
Metis sonrió sabiendo que esto era
normal en los niños, querer ser adultos pronto para luego arrepentirse de no
haber aprovechado el tiempo como correspondía. Pero también sabía que su hijo
había desarrollado una mente un tanto desproporcional a su edad, y eso siempre
la tuvo preocupaba. Principalmente temía a que no fuera aceptado por los demás,
cosa de lo cual ya no era un problema, Taumante tenía amigos y participaba de
juegos de niños como el fútbol. También iba a un club y tenía un amigo que no
lo dejaba solo.
Decidida a marcharse, sintió un tirón
en su pollera verde larga con puntillas blancas.
Taumante:- (Mirándola desde abajo) ¿Ma?
Metis:- ¿Qué pasa?
Taumante:- ¿Cuándo te besaron por
primera vez?
Ella lo miró sorprendida, movió la
cabeza queriendo decir que no estaba para historias y emprendió su camino hacia
la cocina. Pero no sirvió de nada. Su hijo la persiguió como bien solía hacer.
Sabía que no iba a detenerse hasta que no le respondiera la pregunta, era muy
insistente y siempre conseguía lo que quería.
Metis:- Todavía sos muy chico para
saberlo.
Taumante:- (Haciendo puchero) Pero
tengo curiosidad.
Metis:- Esa carita de buen nene que
pones.
Taumante:- Por favor…
Metis se mordió el labio inferior y sonrió.
Negó con la cabeza pero sabía que ya le había ganado. Iba a responder.
Metis:- Mocoso insolente.
Taumante:- ¿Ahora soy mocoso? Hace poco
todavía era un bebé.
Metis:- Te promoví a mocoso.
Taumante:- ¿Vos también con eso?
Metis:- ¿Yo también? ¿Quién te dice
mocoso?
Taumante miró hacia la ventana tratando
de evitar que su madre viera su sonrisa pícara, la cual ponía cada vez que
recordaba a su amigo Dione recientemente desaparecido por voluntad propia.
Taumante:- ¿Vas a contarme cuándo te
besaron por primera vez?
Metis:-Primero, yo lo besé.
Taumante:- (Divertido) ¿En serio?
Metis:- Era muy tímido. Me arriesgué a
ser rechazada.
Taumante:- Uou. ¿Y cuándo fue?
Metis:- Hace tiempo…
Taumante:- Eso no era lo que quería
escuchar.
Forco llegó, los miró por un momento,
abrió la heladera y sacó una cerveza.
Taumante:- ¿Qué edad tenías cuando
besaste por primera vez?
Metis:- Fue a los 16.
Taumante:- ¿Y él? ¿Qué edad tenía?
Forco:- (Acercándose al chico) “Él” era
yo. Y tenía 18.
El chico sonrío, quería escuchar la
historia de amor de sus padres. Quería saber qué sentimientos tenían, cómo se
habían dado cuenta que estaban enamorados.
Forco:- (Yéndose) Que bueno que
contaste el de los 16 y no el de los 14.
Metis:- ¡Forco!
Taumante comprendió que su madre le
había omitido información. Sabía que ella lo protegía con todo su corazón y que
no deseaba que, con once años, se enrollara en alguna historia de amor. También
quería decir que su padre tenía 16. Era bastante grande para ella.
Dike llegó a la casa y fue directo a la
cocina para tomar agua y comer algo. Caminar la agotaba y más con el calor que
en ese día estaba haciendo.
Dike:- (Abriendo la heladera) ¿Qué
hacían?
Metis:- Estábamos hablando del disfraz
de Papá Noel de Taumante.
Taumante:- ¡¿Qué?! Ni de broma. Este
año no.
Forco volvió sonriendo, sabía que esto
iba a ser un espectáculo, por fin Taumante se revelaría ante su madre.
Metis:- Pero te queda tan lindo.
Dike:- (Tratando de ocultar la risa) Es
una tradición Tau.
Taumante:- Pero ya soy grande. ¡Tengo
11 años!
Dike:- ¡Uf! Re grande.
Forco:- En todo caso, mocosito, podrías
hacer la última aparición como Papá Noel… o elfo… eso te queda muy bien.
Taumante:- ¿Vos también papá?
Dike:- Tres contra uno.
Taumante:- No es justo, los pantalones
me quedan chicos.
Forco:- Por eso dije elfo.
Taumante estaba refunfuñando, eso hizo
que Dike se olvidara que no había podido enviar el e-mail a Dione, pero no
podía hacer que el calor se fuera.
Forco:- ¿Quién quiere venir al súper a
hacer las compras?
A los tres restantes se les iluminó la
cara. Estaban queriendo ir a un lugar que tuviera aire acondicionado y el
supermercado era perfecto. Mientras que Metis se encargaba de acomodar todo,
cerrando ventanas y cortinas, Forco sacaba el auto del garaje.
Taumante:- ¿Qué vamos a cenar para
Navidad?
Dike:- Es dentro de dos días.
Metis:- (Cerrando la ventana de la
cocina) Estaba pensando en arroz con ananá y mayonesa para el primer plato,
junto con el pionono de jamón y queso.
Dike:- Y aceitunas con morrón y huevos
duros adentro.
Metis:- Mmm, cierto.
Forco:- Vamos, el auto se rostiza.
Los cuatro se ubicaron en los lugares
de siempre, Forco en el asiento del conductor, su esposa en el de acompañante,
Dike atrás de Metis y su hermano, detrás del padre. Adoptaron esta distribución
para así mantener un equilibrio de peso dentro del vehículo y no hacer que las
gomas se desinflaran desproporcionadamente.
Dike:- ¿Y de segundo plato qué vamos a
comer?
Forco pone en marcha el auto, todos
cierran las ventanillas y dejan que el aire haga su trabajo, reducir la
temperatura del ambiente.
Metis:- Forco va a hacer un pollo
asado.
Taumante:- ¿Con papas?
Metis:- Sí, hijo.
Taumante:- Voy a explotar en estas
fiestas.
Dike:- Siempre es lo mismo. Comemos un
montón, sin contar que el 25 tenemos que ir a almorzar con los parientes, y ahí
sí que comemos.
Taumante:- La abuela cocina delicioso.
Dike:- Sí, muy rico.
Forco:- ¿Por qué el disco de los Guns
está otra vez acá? ¿No lo escuchamos la semana pasada?
Taumante:- Todavía es el mes de mi
cumpleaños. Así que ese disco no se mueve de ahí.
Dike:- Muy egoísta de tu parte Tau.
Podrías dejar escuchar otra música a parte de la tuya.
Metis:- ¿Por qué no graban un disco con
temas mechados entre tus gustos y los de tu hermana?
Dike:- Esa es una buena idea.
Taumante:- (Con los brazos cruzados) Y
ahora es cuando ustedes lo van a lamentar.
Dike frunció el ceño. Misión cumplida.
Había logrado hacer que su hermano se enojara. Se arriesgó a mirarlo. Estaba
sereno, inexpresivo. Luego giró en su dirección y la fulminó con la mirada.
Parecía que se le habían ocurrido unas cuantas palabras para decirle, pero
finalmente no dijo nada, como en toda la salida.
Cuando regresaron, había tres mensajes
en el contestador. Uno era de Euribia, había invitado a Dike a salir al día
siguiente así que estaría esperando la respuesta. Otro era de un primo hermano
de Forco invitándolo a pescar y otro, nuevamente, de Euribia. Parecía que no
iba a esperarla tanto.
Dike:- Ahora le respondo.
Metis acomodaba las compras dentro de
los estantes mientras su hijo la ayudaba y Forco guardaba el auto.
Metis:- ¿Ya se te pasó?
Taumante:- Si. Pero no me gustó que
haya dicho eso. No soy egoísta.
Metis besó la frente de su hijo y
sonrió al verle el cabello. Los ojos azules de Taumante reflejaban curiosidad.
Taumante:- ¿Qué tengo?
Metis:- No te sacaste la colita del
pelo.
Taumante:- ¡¿Qué?! ¡No puede ser!
El chico se puso de pie y salió
corriendo hasta su cuarto para verse al espejo. Metis no pudo contenerse más y
se carcajeó. Nadie se había percatado de esto, ni ellos ni las personas del
supermercado, como si fuera normal verlo así.
Forco:- Mañana Dike se va a lo de una
amiga y Taumante seguro que no salga de su pieza después de ese gran
espectáculo.
Metis:- Pobrecito.
Forco:- Entonces vayamos a comprar los
regalos.
Metis:- (Con los ojos en blanco)
Siempre a último momento.
Forco:- Es cuando los precios son más
bajos. Hay que saber comprar Metis.
Metis:- Pero va a estar lleno de gente,
eso es tan molesto… Y más con este calor.
Forco:- Vos sos la que sabe lo que les
gusta a los chicos.
Metis:- Si te interesaras en estar más
con ellos, podrías saber qué es lo que les gusta.
Se pasó la mano por el pelo mojado del
sudor. Parecía nervioso, enfadado. Con sus impenetrables ojos marrones, la miró
fijamente y dijo, en tono mordaz.
Forco:- Me limito a pagar las cuentas.
Metis:- El egoísta sos vos.
Cerró los ojos, por un momento el enojo
se reflejó en su rostro avejentado y se estremeció.
Forco:- Dike se pasó.
Metis:- No cambies de tema.
Forco:- Voy a ver la tele.
Metis se sintió confundida y enojada,
sabía que el hombre amaba a sus hijos pero siempre estaba negando su
paternidad. Se limitaba a trabajar, pagar todo y aparecer en la cena para dar
una imagen masculina en la casa. No lo culpaba. Hubo un tiempo donde él aceptó
un trato que jamás le pareció correcto, pero lo hizo por ella. Él cumplió con
su parte hasta la fecha, pero con el pasar del tiempo, fue más fuerte que él.
Por ello, y por todo lo que él soportó, Metis estaba más que agradecida, pero
le costaba cada vez más estar en el medio, entre el pasado y el presente.
Taumante se enojó conmigo por haberle dicho
egoísta. Estoy cansada que lo traten como si fuera una reliquia. Solo dije la
verdad y ya mamá lo defendió. Desde que tiene ese disco no deja de escucharlo.
¿No se da cuenta que cansa? Sería bueno que alguien le regale un reproductor de
música y unos buenos auriculares para que así solo él escuche su horrenda
música.
Es un nene consentido, y lo que más me
enoja es que Dione haya hablado con él. ¿Qué le dijo? ¿Ahora se supone que son
amigos? ¿Desde cuándo? Puedo responder esa pregunta, fue en la maldita fiesta
de Nereo. Ahora Dione es amigo de él y eso me tiene mal. Seguramente es por eso
que estoy tan irritada. Estoy celosa de Tau. Quiero pedirle perdón, pero lo veo
y me da asco. ¿Qué tiene él que no tenga yo? Bueno, es hombre y para ellos es
más fácil hacerse amigo de otros chicos. Es claro que yo ya no tengo más
posibilidades con Dione, no después de lo que hice. Pero bueno, no me importa.
Le voy a pedir perdón y listo.
Taumante salió de su cuarto, abrió
sigilosamente la puerta de la pieza de su hermana y verificó que no estaba, ya
se había marchado a la casa de su amiga. Sabía que sus padres tampoco estaban
por lo que corrió hacia las escaleras y las bajó a toda prisa tomando el
teléfono de la mesita. Marcó los ya memorizados ocho dígitos y esperó a que lo
atendiera.
Dione:- ¿Tau?
Taumante:- Hola Dione
Dione:- ¿Qué pasó?
Taumante:- (Sentándose en el piso) ¿No
puedo llamarte para preguntar por vos?
Dione:- Maldición, mocoso, claro que
podés hacerlo, pero no soy idiota. Noto tu voz, y no es normal.
El chico cerró los ojos al mismo tiempo
que apoyaba su cabeza contra la pared y esbozaba una leve sonrisa casi
imperceptible. Dione lo conocía bastante, por lo menos por sus conversaciones
por teléfono. Siempre que él necesitaba ayuda o tenía dudas, lo llamaba.
Taumante:- ¿Soy egoísta?
Dione:- Si.
Abrió los ojos que mantenía cerrados y
sonrió, ya tenía en cuenta cuál iba a ser la respuesta del chico al otro lado
del teléfono. Sabía que Dione era así, le decía “sí” a todas sus preguntas y
más cuando se trataba de su personalidad.
Dione:- (En tono burlón) ¿Quién se
atrevió a decirle algo al príncipe consentido?
El humor de Taumante había cambiado,
Dione había logrado hacerlo olvidar de su enojo hacia con Dike.
Taumante:- Fue Dike.
Dione:- Siempre hay un por qué, ¿no?
¿Qué hiciste?
Taumante:- (Haciendo puchero) ¿Siempre
soy yo? ¿No puede ser ella?
Dione:- No voy a responder. Pero te
comento, solo para que te des cuenta de lo que yo veo, que si vos no fueras el
que inició la pelea, no hubieras empezado con una pregunta como la que me
dijiste: “¿Soy egoísta?”
Taumante:- Así no hablo.
Dione:- No soy bueno imitando.
Taumante:- Estábamos en el auto y todos
empezaron a quejarse que vivo escuchando el disco de los Guns. Dike dijo que
era egoísta porque yo dije que este era mi mes y se escuchaba lo que yo quería.
Se escuchó un ruido extraño, nasal
gutural, Dione trataba de contener la risa y se le escapaba por la nariz.
Finalmente la dejó salir y contagió a Taumante que comprendió que realmente
estaba siendo egoísta.
Dione:- Sos la persona más consentida
de este planeta.
Taumante:- No es así.
Dione:- Escuchame Tau. Lo que tenes de
lindo, lo tenes de egoísta.
Taumante:- Pero…
Dione:- No te estoy diciendo nada malo,
así sos y así serás.
Taumante:- Eso no lo sabes, las
personas pueden cambiar. Así como dijiste que ya no gustabas más de mi hermana,
puede que yo cambie y deje de ser egoísta.
Dione:- Pero nunca consentido. Toda tu
vida lo vas a ser, porque eso ya no depende de vos. Es la gente la que quiere
complacerte, la que quiere verte sonreír con sólo dejarte atender el teléfono,
abrir la puerta o simplemente regalándote un libro o un disco.
Taumante:- No es justo.
Dione:- Claro que no, pero es lo que te
tocó.
Taumante:- Pero yo no quiero eso para
mí.
Dione:- Escuchame. No podemos elegir las circunstancias. Pero lo que sí podemos hacer es elegir cómo responder a ellas. Podés ser un egoísta presumido o lo que sos ahora, un egoísta lindo.
Taumante:- Voy a cambiar,
Epicteto.
Dione:- ¿No hay posibilidad de que no
sepas algo?
Taumante:- Si se trata de mitología o
filósofos griegos, lo sé todo.
Dione:- ¡Egoísta!
Taumante se sonrojó y se pellizcó el
pómulo izquierdo, había salido su personalidad para restregarle que así era él
y que Dione tenía razón.
Taumante:- Esta vez ganaste Dione, pero
voy a cambiar. Es cierto que no voy a poder elegir lo que me toque, pero me
juro a mí mismo que voy a responder diferente a lo que hago ahora.
Dione:- Si eso te hace feliz.
Taumante:- Me hace mejor persona.
Dione:- O sea que, cuando regrese, me
voy a encontrar con otro tipo de mocoso.
Taumante:- Para cuando regreses voy a
ser un chico de secundaria.
Dione:- (Riendo) Tratá de no cambiar
tanto que no te voy a reconocer.
Taumante:- No te burles Dione. Puedo
cambiar.
Dione:- No lo dudo.
Taumante:- ¿De verdad?
Dione:- Ya te lo dije.
El chico sonrió satisfecho, su amigo
creía en él y eso le daba más fuerzas para intentarlo. Sabía que iba a ser un
camino difícil, durante once años había tenido esa personalidad y, mientras lo
consintieran, no iba a poder ser otro hombre. Así que tendría que tratar que
las personas también cambiaran y así él podría avanzar.
Dione:- Te quedaste mudo.
Taumante:- Creo que escuché un ruido.
Dione:- Tal vez sería bueno que no me
llamaras, recordá que las cuentas llegan con el registro de llamadas.
Taumante:- Pero…
Dione:- Haceme caso, es mejor así.
Taumante:- ¿Y por correo?
Dione tardó un tiempo es responderle,
finalmente aceptó la propuesta del chico y luego cortaron. Los padres de
Taumante habían llegado de su salida misteriosa y él creía que ya le era
necesario un celular pero no podría pedirlo, no ahora que había decidido no ser
más consentido. Estaba haciendo un gran esfuerzo.
Metis:- Mañana va a ser un gran día.
Voy a cocinar.
Taumante:- ¿Te ayudo?
Metis:- Si tenes las manos limpias.
Taumante:- Siempre.
Dike llegó a las seis de la tarde, se
tiró en el sofá masajeándose la panza. Su hermano fue a saludarla, tenía puesto
el delantal de cocina. Recién habían terminado de preparar el arroz y el
pionono.
Taumante:- ¿Tomaste helado?
Dike:- (Suspirando) Si, y mucho. Eu no
quiso más el de ella y me lo dio a mi. Encima se pidió uno asqueroso.
Taumante:- (Sonriendo) Me imagino,
menta granizada.
Dike:- (Con los ojos en blanco) Si… Es
como estar comiendo la pasta dental.
Taumante se echó a reír fuerte contra
el sillón donde se había sentado, Dike tomó el trapo que tenía en la mano su
hermano y le pegó cariñosamente.
Dike:- Me gusta tu risa Tau, es
contagiosa.
Taumante:- La tuya también, nos reímos
igual.
Dike:- (Poniéndose de pie) Debe ser por
eso que me gusta.
Taumante:- (Sonriendo) Eso es ser
egocéntrica.
Ella se dio vuelta para mirarlo a los
ojos azul intenso que tenía su hermanito y sacó del bolsillo de sus vaqueros
claros, una bolsita azul con estrellas blancas pequeñas. Se la entregó y él la
agarró, la abrió despacio para no romper el envoltorio y sacó de él, un llavero
con las iniciales de los Guns & Roses.
Taumante cerró los ojos, negó con la
cabeza pero tenía una gran sonrisa en su cara. No podía creer lo que estaba
presenciando. Dike se puso de rodillas frente a él y apoyó sus manos en sus
rodillas.
Dike:- Fui muy egoísta Tau.
Taumante:- (Mirándola a los ojos) No,
lo fui yo.
Dike:- Dejá que termine. – Hizo una
pausa – Me puse celosa al ver a Dione con vos en tu cumpleaños. Fui a buscarte
y los vi hablar. No escuché nada, pero se los veía tan bien.
Taumante:- (Apenado) Dike…
Dike sonrió nerviosamente. Estaba a
punto de hacer una confesión muy fuerte ante su hermano de once años. Sabía que
él no se iba a burlar de ella ya que era muy maduro para su edad y, en sus ojos
vidriosos se reflejaba sinceridad.
Dike:- Desde la fiesta sorpresa de
Nereo se que han estado hablando y supongo que ahora son amigos.
Taumante:- Un poco.
Dike:- Ambos sabemos que soy una celosa
de mierda y que lo que creo que es mío no puede ser de otro. Dione no es mío,
nunca ha sido mío, solo fue mi jefe y el primo de Nereo.
Taumante:- Pero Dione no es mío.
Dike:- Lo sé, y por esa humildad tuya,
está más cerca de vos que de mí.
Taumante:- No es así. Él se fue para
los dos.
Dike:- ¿No se hablan?
Taumante entendió la indirecta de su
hermana, estaba indagando para obtener información sobre si Dione seguía o no
pensando en ella, o si pensaba volver. Cualquier cosa de su amigo. Así que optó
por mentir ocultándole información. Comprendió por qué él le había dicho que no
tenía que contarle a nadie de sus encuentros. No eran criminales, pero su
hermana iba a querer saber todo, lo iba a molestar por el resto del verano y de
la vida.
Taumante:- Esa fue la última vez que
hablamos.
Tenía que fingir, tenía que hacer que
su hermana creyera que lo que le decía era cierto, ya no se habían visto
más, que ya no habían hablado más, y le salió estupendo. Dike quedó conforme,
se puso de pie, le revolvió el pelo y se fue a su cuarto.
Tragó saliva, la necesidad de salir
corriendo a contarle todo a su amigo estaba martillándole el cerebro, le picaba
la mano con la que sostenía el teléfono y sólo pudo pellizcarse la mejilla
izquierda.
Metis:- Vas a dejarte marcas si seguís
pellizcándote así.
Se puso de pie y fue de a saltitos
hasta donde su madre para seguir con la cocina navideña. Ella lo mandó a pasear
al perro para que se cansara y así poder darle las gotitas para adormecerlo.
Aunque la mayoría del barrio tenía una mascota, igual compraban pirotecnia para
usarla la noche del veinticuatro.
Ya, en la plaza, el muchacho se sentó
en el banco que siempre elegía para hablar con su amigo y dejó que Timoteo
caminara solo, no tan lejos de él, pero sí libremente.
Todas sus ideas confluían en la charla
con Dike esta tarde. Su hermana gustaba de Dione, y él no le correspondía. Él
ya no quería saber nada de ella, ni que ella supiera de él. Le dijo que sólo
quería estar con él, pero que no era el tiempo adecuado para ellos. Su
despedida fue el mismo día de su cumpleaños. Alegría, tristeza y confusión se mezclaron
ese día en la cabeza del pequeño, por lo que comprendió que el muchacho tenía
razón, aún era chico para entender el mundo de los adultos no tan adultos.
Algunas palabras de Dike le sonaron a novela “Dione no es mío, nunca ha sido
mío”, “Por esa humildad tuya, está más cerca de vos que de mí”. ¿Humildad? Se
preguntó. Él era egoísta, no cuadraba con nada. Dike estaba celosa de él, así
que tendría que seguir con la mentira. No podía dejar que ella se enterase de
su amistad con Dione, por lo menos hasta que lograse conseguirse a otro chico
con el cual ocupar sus pensamientos.
Timoteo llegó interrumpiendo su
ejercitación mental. Sonrió como el primer día que lo tuvo entre sus brazos
cuando se lo regalaron para su cumpleaños, lo acarició y abrazó fuertemente. Su
fiel mascota le devolvió el amor con muchas lamidas en la cara que recibió con
mucho gusto a carcajadas por las cosquillas provocadas.
Taumante:- Volvamos a casa Timo.
El perro ladró en aceptación y regresaron. Estaba tan cansado, o lo fingía, que Taumante tuvo que llevarlo a upa. Ese perro era tan egoísta y consentido como su dueño.
Los primeros platos estaban en la mesa,
Dike estaba sentada al lado de su madre, que estaba enfrentada a Taumante y
Forco en la cabeza de la mesa rectangular decorada con un mantel dorado, velas
rojas encendidas y servilletas con motivo navideño. Como solían hacer en todas
las fechas o acontecimientos importantes, los cubiertos eran los nuevos, los
que nunca usaban, sólo para esto.
Timoteo dormía, producto de las gotitas
que le dieron entre el día anterior y ese. Taumante estaba preocupado por los
ruidos y la sensibilidad de los oídos de las mascotas y Forco trataba de
confortarlo alegando que ya las mascotas estaban acostumbradas a esas cosas.
Una respuesta que hizo arquear la ceja de Metis en tono de desaprobación. Pero
era Noche Buena, podían generar discusión, todo tenía que ser perfecto.
Metis:- (Levantando su vaso de gaseosa)
Bueno, vamos a brindar.
Todos imitaron a la mujer y alzaron sus
vasos al aire. Ella y Forco brindaron por un año de salud y trabajo. Dike pidió
por los estudios y, mentalmente, por el amor. Y por último, el pequeño, brindó
por el año que tuvo y para que los perros no sufrieran de dolor de oído.
Dike:- (Sonriendo) Nadie pidió por la
Paz Mundial.
Forco:-Que las Miss Universo lo pidan.
Taumante:- Eso va por nuestra cuenta.
Dike:- Si, pero una sola persona no
puede hacer nada.
Taumante:- Algo es algo.
Metis:- Mmm Tau, este pionono te quedó
riquísimo.
Forco:- ¿Lo hiciste vos?
Forco señaló a su hijo con el cuchillo
y él asintió sonriendo. Su padre lo estaba alagando. Metis le bajó el cuchillo
retándolo por la acción, no se señalaba a las personas y menos con un utensilio
de esas características.
Comenzaron a cenar a las nueve, luego
de media hora habían terminado con el pionono y el arroz con ananá. Habiendo
sacado los platos vacíos, Metis trajo el pollo con papas. Súper llenos,
decidieron esperar un tiempo para luego ir a por el postre.
Eran las diez y media, la televisión
estaba encendida, transmitían un especial musical de Navidad. El locutor
contaba el tiempo que restaba para que llegaran las doce y hablaba acerca de
las bandas que habían arribado al país ese año interpretando sus canciones más
conocidas en recitales. Una de ella era los Guns & Roses. Taumante no se
entusiasmó, esa hubiera sido su primera reacción, hacer que todos dejaran de
hablar para que él pudiera escuchar la banda tocar. Se limitó a mirar de re ojo
la pantalla y hacer que estaba interesado en lo que Dike contaba. Parecía que
su hermana estaba muy entusiasmada con el próximo año, iba a ser el último en
esa escuela ya que no quería un título de bachiller simple, quería uno con
orientación, aunque todavía no lo tenía decidido. Tenía muchas opciones en
mente, pero aún ninguna la entusiasmaba tanto como para elegir de inmediato.
Tendría todo un año para elegir, aunque sea hasta Octubre, donde se acercaban
las fechas de inscripción en las secundarias.
El locutor comenzó la cuenta regresiva
para celebrar Navidad. Cuando llegó a cero, todos se saludaron con un abrazo y
un beso. Los fuegos artificiales estaban inundando el cielo con múltiples
colores. Todos, excepto Taumante, salieron a la vereda a contemplarlo. Él
prefirió quedarse dentro, por respeto a todos los animales del planeta. Y
mientras todo el ruido invadía el ambiente, sonó el teléfono. Automáticamente
se puso de pie y corrió al teléfono.
Taumante:- (Tranquilizándose) Solo
atiendo porque no hay nadie en la casa… - Suspiró y atendió – ¿Hola?
Dione:-¿Tau?
Taumane:- ¿Dione?
Dione:- ¡Feliz Navidad!
Taumante:- (Sonriendo) Gracias.
Dione:- Te llamaba para decirte que te
estoy apoyando desde la casa de mis tíos. Todos salieron a ver y prender los
fuegos artificiales, y yo me quedé acá.
Taumante:- Doblemente gracias.
Dione:- Algo es algo, ¿no?
Taumante:- Dike nos vió hablando en mi
cumpleaños.
Dione no respondió, dejó que el chico
continuara, sabía que no era tan grave como para hacerse la cabeza, sino el
chico lo hubiera llamado hace tiempo.
Taumante:- No sé cuánto tiempo tengo,
pero le mentí diciéndole que no nos seguíamos viendo, ni hablando.
Dione:- Y eso no te gusta.
Taumante:- No.
Dione:- Pero…
Taumante:- (Sonríe) Pero sos mi amigo…
y con nadie tengo esto más que con vos.
Dione:- Por eso te dije que no me
llamaras más. Así no te veías obligado a esto. Estar entre tu hermana y yo.
Taumante:- Entonces voy a ser egoísta.
Dione:- Mandame e-mails, van a ser más
seguros.
Taumante:- Aunque no voy a tener las
respuestas inmediatamente.
Dione:- Yo voy a ser el que esté
esperando por ellas más de lo que te pensas. Yo soy el que tengo internet, vos
no.
Taumante:- Voy a cortar.
Dione:- Tau.
Taumante:- ¿Qué?
Dione:- ¿Seguís con la idea de
esperarme?
Taumante escuchó la puerta de la
entrada abrirse, su corazón palpitó muy fuerte, lo iban a descubrir. Sus ojos
estaban bien abiertos, dirigidos hacia quién ingresara por ella, pero se cerró.
Suspiró y volvió a recobrar la respiración.
Dione:- ¿Tau? ¿Estás ahí?
Taumante:- Si a todo.
Dione:- Ojo con esa respuesta mocoso.
Taumante:- Voy a cortar.
Dione:- (Se muerde el labio inferior)
Es de mala educación cortarle a alguien que te llama.
Taumante:- Lo voy a hacer.
Dione:- Esta bien. Cortame y no
hablaremos más.
Taumante:- Me gustaría que cambiaras
eso, siempre me estás amenazando.
Dione:- (Ríe) Eso jamás, me define como
soy.
Taumante:- Muy mal.
Dione:- Esta bien, no te molesto más,
por hoy.
Taumante:- Gracias por aclararlo, me
estaba entusiasmando con la idea de que dejaras de molestarme.
Dione:- De nada, sabes que no podría
dejarte así.
Taumante:- Se, se, se.
Dione:- Que lenguaje tan juvenil estas
usando.
Taumante puso los ojos en blanco, apoyó
su cabeza contra la pared y sonrió. Aún se escuchaban los ruidos de los fuegos
de artificio y la casa resplandecía con ellos.
Dione:- Ahora si voy a colgar Tau.
Taumante:- Hasta luego.
Dione:- Feliz Navidad Tau.
Taumante:- Feliz Navidad Dione.
Dione:- Hasta que dijiste mi nombre, me
estaba preocupando.
Taumante:- No seas tonto, sabes que
Dike está y no puede saber de esto.
Dione:- Si yo no te llamo, vos no me
llames. Comunicate conmigo por correo, ¿sí?
Taumante:- (Haciendo puchero) Si, como
digas.
Dione:- No hagas puchero, porque no va
a hacer que cambie mi decisión.
Taumante:- Bien.
Dione:- Bueno, “si a todo”, espero que
mantengas esa respuesta para el futuro.
Taumante:- Como mocoso que soy, gracias
a tu promoción, no entiendo nada de lo que me estás diciendo. Así que sería
bueno que te rebajes a mi nivel o me lo expliques por correo.
Dione:- Guardá todo eso en tu cabecita
de esponja y me lo planteás cuando tengas mi edad. Si es que, para ese
entonces, ya lo entendiste.
Taumante:- Te cuento que cumplí 11
años, así que no falta mucho para que alcance tu edad.
Dione:- Adiós, principito.
Dione colgó, el chico acomodó el
teléfono y, para su sorpresa, volvió a sonar. Cuando atendió, era su abuela.
Estaba llamando hace tiempo y nadie le contestaba, Usando un poco de su nueva
característica incluida en su persona, mintió diciendo que el servicio estaba
andando muy mal, y se agravaba más en estas fechas.
Los tres de afuera ingresaron
sonrientes. Metis tomó el teléfono que su hijo le entregó para hablar con su
madre. Dike se dirigió al arbolito de Navidad y abrió su regalo. El paquete era
grande, envuelto con un papel verde y un moño rojo, bien propio de la ocasión.
Dentro había una carpeta celeste con
decorado floral número tres con cierre haciendo juego, un paquete de doce
lapiceras con brillo, separadores florales y una cartuchera de jean.
Taumante se acercó a la bolsita azul
oscuro con el nombre de la librería donde fue comprado el libro, tenía una
sonrisa de victoria, el libro que tanto deseaba estaba allí, dentro de esa
bolsa, seguramente envuelto para generar más misterio y suspenso.
Sacó el libro y sí, era lo que él
deseaba, “El Lord de los Vientos”, el primer libro de una trilogía que prometía
ser un gran éxito, no sólo para disfrutar de una buena lectura sino de una gran
expectación cinematográfica.
Taumante:- No pasas de esta noche.
Dike:- Me da miedo cuando le hablas así
a los libros.
Taumante:- A ellos le gusta.
<< Querido diario:
Ya
pasaron las fiestas. Estamos a 26 de diciembre. Hace mucho calor y papá ya
instaló la pileta en el patio. Seguramente Timoteo va a ser quien la estrene,
como todos los años. Creo que es el único perro al que le gusta el agua. Y todo
gracias a Taumante que, como prometió, se encerró en su cuarto a leer el libro
que le compraron… digo, que le trajo Papá Noel.
En mi
aburrimiento, reflexioné sobre estas fechas. Busqué en los libros que tenemos
en la biblioteca de Taumante; sí, ya es de él porque siempre está ahí. En
fin. “La Navidad es la celebración del
nacimiento de Cristo; que tuvo lugar en Belén, un pueblo de Palestina, hace
aproximadamente dos mil años. Se celebra el 25 de diciembre y cuatro semanas
antes tiene lugar el Adviento, es decir, un tiempo de espera y preparación
interior.” Creo que eso lo sabe todo el mundo. Bueno, lo de Palestina ni idea y
lo mismo con lo de cuatro semanas de la preparación interior. Vaya a saber uno
para qué sirve eso…
“El
mensaje de la Navidad va dirigido a todos los hombres que pueblan el planeta
Tierra [… ]: "Paz a todos los hombres de buena voluntad". Pero
realmente tiene un significado mayor para los cristianos, ya sean católicos,
protestantes u ortodoxos; ya que son los que creen que el Niño que nace en
Belén, es el Hijo de Dios.”
Para
algunos, Navidad es el nacimiento del niño Jesús, para otros significa fiestas,
regalos y diversión. Yo soy de las que está del lado de la reunión familiar y los regalos. Sé que soy víctima de la sociedad capitalista, siempre me lo dice
mi hermanito y mi subconsciente; pero, ¿puedo hacer algo para cambiar? ¿Voy a
seguir queriendo cosas? Y si alguien me muestra lo que le compraron o se
compró, ¿voy a poder no sentir envidia? Creo que es una tarea para el año que
viene, cambiar como persona. Tratar de ser mejor, no pedir ni desear cosas,
porque las cosas te atan, te hacen querer más. Tampoco tengo que ser tan cruel
con Tau, si a él le gusta leer o escuchar su música (espantosa de por sí), no voy a hacerlo sentir mal por eso. Cada uno
es como es.
Aprovecho
la Navidad para reconocer que estuve mal y que es un momento para cambiar cosas.
Y ojalá que todos agradezcan lo que tienen, estén orgullosos de lo que son, que
aprovechen estas fechas para estar cerca de los seres queridos, convertirnos en
personas más humanas y sensibles por nuestro entorno y lo que nos rodea.
Por lo
pronto, voy a tratar de no ser tan materialista. El resto, me va a llevar toda
la vida.
Dike…
Ja, ja,
ja. Vas a pensar que estoy loca, pero me acabo de acordar algo mega importante.
Finalmente, cuando Taumante tenía su regalo en las manos, mamá cortó con la abuela
y trajo el disfraz de Papá Noel. Resulta que la abuela quería una foto de nosotros
dos y que, por supusto, Taumante llevara puesto el disfraz. Lo que costó hacer
que el mocoso se cambiara. Recién tiene 11 años, le queda mucho tiempo más por disfrutar
de los momentos bochornosos de la familia. Así que, una vez que fue encerrado, porque
hubo persecución, muy divertida y familiar, mamá y papá lo cambiaron a la fuerza
y lo llevaron a cuesta, al lado del arbolito. No puedo explicar ni quiero imaginar
lo que los vecinos habrán pensado de los gritos de Taumante. “¡No! ¡Por favor!”
“¡No lo quiero hacer!” “¡¿Por qué me obligan?!” “¡Yo qué hice!” Muchas más frases
memorables que no pude grabar porque no tengo una filmadora… Y ahí me salió la
materialista… mejor que quede en nuestros recuerdos.
Mamá me
dijo que hiciera como que estaba decorando al árbol y lo metió a Taumante cerca.
Semejante cara tenía. No pude aguantar y salí riéndome. La risa me atacó. También
tuvo la culpa papá. Le decía elfo, enano, se reía con esa sonrisa tan contagiosa.
La pasé genial. Todos nos reímos a costas de Tau, pero bueno, se lo merece por
ser lindo.
Ahora si
me despido. Ya no queda nada para fin de año.
Dike >>
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