Serie Dike ~ Completa

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Un espacio

Para agradecer a:

Alice por ser leer todo lo que escribo, por más que esté horrorosamente horrible (sobre todo con los tiempos verbales, ella saaabe).

Hachedesilencio que siempre tiene las frases precisas para los capitulos de Dike. Aunque el staff no lo sepa, gracias por hacer lo que hacen.

A mi familia por soportar todas mis locuras.

A los que leen, comentan, descargan y se dan una vuelta por acá. Perdón por el tiempo que me tomo para publicar cosas... gracias por leer!!

~ ferdeimos

miércoles, 19 de marzo de 2014

CyC.I.Capitulo9: ¡Ah! No te quiero




Buenas noticias!! Ya tengo la portada nueva, la veremos en el capitulo final de este primer tomo. J. C. estuvo haciendo su trabajo y aportó una gran fotografía. ¡¡Ya quiero compartirla con ustedes!!



Capitulo 9: ¡Ah! No te quiero

Son las once de la mañana, estoy en la escuela. Sólo vine para socorrer al exagerado de Proto con una materia. No fue para estudiar, sino para pasarle las cosas. Lo ayudé a copiarse. No me siento para nada bien pero estoy en un punto donde no razono correctamente. Calor y sentimientos de amor no se mezclan. Voy al baño para mojarme la cara, limpiarme. Transpiré mucho haciendo de cómplice con Proto. Espero que no se le haga costumbre pedirme o hacer eso. No es necesario.

Tengo media hora para ir a la escuela de Dike y hablar con ella. Sé que también es su último día de clases, así que tengo que ser rápido para que no se vaya con sus amigos. Tampoco quiero arruinarle el día, pero ya estoy mal de la cabeza y tengo que cumplir con mi parte en el universo.

Cuando salgo a la calle, fugándome de la escuela, mis amigas me saludan tristes porque me cambio. Cierto, me olvidé, no las voy a ver más. Nueva ciudad, nueva gente, nuevas relaciones. Eso es bueno. Y lo mejor es que me llevo a mis amigos de la vida. Altea, mi última ex novia, se atrevió a besarme frente a todas. Obviamente, gritaron alegres las restantes estúpidas por la valentía de la otra.

-         Podríamos hacer algo esta noche – mi dijo empujando sus pechos en mí.

-         Tengo planes Altea. Otra vez será – la alejo de mí.

Frunce el seño y me deja en paz. Asco me dio sentirla tan pegada. Quiero bañarme, pero tengo que hablar con Dike. El tiempo se agota así que me pongo en marcha. Camino más rápido de lo normal y llego agotado. Me apoyo en la pared de una casa enfrente del colegio de ella. El árbol de la casa me ayuda a no seguir muriendo de calor. Me voy a derretir.

Escucho gritos de felicidad e inmediatamente salieron los chicos de la escuela como hormigas de un hormiguero al que le echaron agua adrede. Diviso a Dike, y ella a mí. Grita mi nombre sonriendo. No se lo esperaba. Yo ya lo tenía todo planeado. Me despido de ella y luego disfruto de mis últimos dos días en la ciudad. Pasaré las fiestas en casa de mis tíos. Voy a ir primero yo con mis viejos, para dejar todo preparado para la llegada de las otras bestias.   

-         Hola Dike – yo también estaba contento. Me di cuenta que no necesito eludirla y que ya no me viene inmediatamente a la mente la escena del baño con Nereo. No puedo estar evitándola por algo que no fue tan grave. Solo relaciones no recíprocas.

-         ¡Que linda sorpresa!

-         Tenemos que hablar – usé la carta de presentación de Taumante, ser totalmente directo y creo que mi cara reflejó algo de tristeza, no estoy cómodo en ese lugar, no estoy bien al saber que el mocoso puede estar por salir, si es que no salió, y ahora nos está viendo. Si piensa que quiero algo con su hermana, voy a estar peor que ahora.

-         ¿Qué pasó?

-         Me voy de la ciudad – quiero ser lo más directo y rápido posible, me quiero ir de acá. La alarma de << Taumante puede estar viendo >> está sonando desde hace mucho.

-         ¡¿Qué?! ¿Por qué? – me dice moviendo los ojos de un lugar a otro.

-         Por mí, por vos, por todos – no se me ocurrió otra respuesta. No podía decirle     << Me gusta tu hermano y estoy esperando a que crezca para hacerle… cosas >>. Siento un calor dentro de mí de sólo pensar en ello, debo tener la cara un poco roja. No lo puedo evitar y miro para todos lados buscándolo.

-         ¿Por todos? ¿Lo decis por Nereo? Él ya no es más mi novio – me toma del brazo demandando atención, una respuesta pronta.

No estamos yendo por buen camino, no voy a responderle. Nereo es asunto de ella. El todo, mi todo es Taumante. Necesito que me suelte inmediatamente.

- Te voy a extrañar, mi vida y el ciber van a ser otra cosa sin vos – sus cejas están acongojadas pero no me provoca nada. ¿Su vida? Me viene a la mente eso. ¿Qué le pasa? La vida es larga como para estar alterándose por cosas como estas. Eso va también para mí. Además ella lo tiene más fácil. Le gustan los chicos y ella es una chica, y no es fea. Así que va a encontrar un millón de tipos que les gustan las chicas. El del problema soy yo que no me gustan los chicos ni las chicas, solo Taumante. Miro al cielo esperando una respuesta pero no la obtengo, aunque ya sabía que no pasaría nada. 

Me sorprende cuando me abraza fuerte, casi se me cae la carpeta del brazo. Dejo de escuchar lo que dice murmurando en mi pecho. Estoy distraído con un destello rubio que detecté a lo lejos. ¿Taumante? ¿Será él? Está viendo que Dike me está abrazando. Esto está mal. Aunque, por otra parte, sé que soy solo yo el que lo está pensando. Taumante, si está viendo esto, cree que me arreglé, que todo está bien. Y ahora está peor. Sonrío totalmente forzado, no quiero hacerlo ahora, quiero correr hasta el destello que ahora desapareció.

Finalmente, satisfecha, me suelta. Me quiero ir a mi casa, uso la excusa de tener hambre para marcharme. Pero realmente necesito irme. Ya falta poco, dos días, me repito. Me voy a ir de este lío.

Llego a mi casa, tiro todo sobre el sillón donde estuvo Tau hace unos días mirando esa pésima película y me voy directo a la ducha, necesito un cambio de energía. Una vez fuera, ya estoy más relajado. Inclino la cabeza para masajear mi cuello. Mi vieja llega de hacer las compras, seguramente comeremos sándwiches.

-         Deberías ponerte una remera – me dice sonriendo mientras se dirige a la cocina.

-         Tengo calor y estoy en casa – la sigo para ver qué lleva en las bolsas, para comprobar lo que pensé.

-         Ay, ay. Dione, cómo te voy a extrañar – apoya las cosas en la mesada de la cocina.

-         Espero que ni se les ocurra tener un hermanito en mi ausencia – miro en las bolsas pero se da vuelta y me interrumpe la inspección.

-         De eso justamente te quería hablar – me dice seria, mirándome a los ojos directamente. Espero que no sea lo que estoy pensado – Vamos a tener otro hijo.   

-         ¿Qué? – Levanto una ceja, no hay tiempo para bromas, ni otras palabras.

-         Vas a tener otro hermanito – qué directa. Me estoy juntando con gente directa y no me está gustando para nada. Igual, ella nunca fue así, esto debe ser grave.

Está callada mirándome y yo estoy pensando mucho. No sé qué cara estoy teniendo pero en el rostro de mi vieja se dibuja una sonrisa burlona, ¿qué es eso? ¿Es una broma?

-         Sos lo más hermoso que me pasó en la vida Dione, pero no voy a pasar por lo mismo otra vez - ¿otra vez? Que lindas declaraciones.

-         Gracias por decírmelo, ahora me voy más contento.

-         No te confundas bebé – me acaricia el rostro mientras inclina su cabeza. Creo que está recordando algo porque su cara refleja ternura. Ni que me fuera de por vida o que nunca los voy a volver a ver. Me voy con los tíos y puedo visitarlos cuando pueda.

-         ¿Bebé? Vieja eso… - me enfurece, no soy un crío.

-         Mientras me digas vieja, serás mi bebé – sonríe maliciosamente. He aquí la madre que me crió. ¡Soy igual que ella! Pobre mi viejo.

-         Buena observación.

-         Ahora dilo, con carita feliz – me mira fijo, me da miedo esta faceta suya.

-         No, no voy a caer…

-         Hazlo… Dione… no querrás que - ¿me va a amenazar? - le muestre las fotos de cuando eras bebé a tu amiguito, ¿no?

Definitivamente me está amenazando. Esto reafirma mi pensamiento de que soy igual que ella. Es terriblemente persuasiva. Y no puedo hacer nada, es la peor cosa con la cual me pueden chantajear. Y espero que nunca nadie sepa de esto, es muy vergonzoso. Nadie verá las fotos de mi persona de bebé, porque esta mujer que se hace llamar mi madre que me ama, hizo lo que quiso conmigo. No puedo ni decirlo.

-         Está bien – suspiro, me rindo ante semejante mujer -. Ma-má.

-         ¡Qué buen hijo! – aplaude sonriendo –. Ahora falta la carita feliz.

-         No abuses.

-         Ay, ¡pero si yo no abuso! Me gusta ver tu carita sonriente. Recuerda esto hijito, te amo. Te voy a extrañar mucho, mucho.

Me abraza fuerte y luego me da de comer. Mucho amor pero no sabe cocinar nada. Efectivamente compró comida rápida. Sé que algún día la voy a sorprender con lo que sé hacer. Por suerte tengo a mi viejo, el sí que sabe cocinar.  Aunque me quejo, lo bueno de comer liviano es que no me hace querer dormir por la tarde. Calor y comida no son buena combinación. El calor resulta ser el factor común del desastre.

Miro el reloj, cuatro de la tarde. Mis viejos no están en casa. Hay algo raro. Algo está fallando. Camino a mi pieza como zombi. Esto se debe a que no tengo nada, porque lo empaqué todo y estoy aburrido, entonces veo televisión para matar el tiempo y a mi cerebro, convirtiéndome en un zombi. Lo único que no llevo es la alfombra, la                 << alfombra asesina >> como la llama Taumante. Oh, oh, llega una idea a mi cerebro. Son las cuatro y no ha sonado el timbre. Asiento con la cabeza, Taumante no vino. ¿Estará retrasado? Espero durante unos interminables treinta segundos y decido ir a buscarlo. Cierro todo, me pongo la remera y salgo de casa. Debe estar yendo al club, como todas las malditas tardes que vino a torturarme. Me doy cuenta que estoy cayéndome a pedazos, me estoy perdiendo a mi mismo por no poder verlo. ¿Cómo voy a hacer cuando esté allá? ¿Lo voy a soportar? Mejor sigo caminando, así no pienso.

No rastros de él en el camino, ¿estará en su casa? Mejor sigo hasta el club. Cuando llego, el mocoso está allí sentado a orillas de la pileta. Sonriendo. A otros. Y con Levo rondando por ahí. Me muerdo el labio inferior y me lo toco con los dedos. No tengo un maldito pase para entrar gratis y no tengo la maldita billetera conmigo. La estoy viendo perfectamente, apoyada en mi cama, riéndose de mí. Salí de casa apurado por verlo. Patético. Sonrió irónicamente, la suerte no puede estar de mi lado constantemente. Tengo que soportar esto. Aguantar que Dike me abrazara, que mi madre me chantajeara y, ahora, que el mocoso se esté comportando como un triple mocoso.

Decido quedarme bajo un árbol. Lo bueno de este club es que está rodeado de aire limpio, mucho pasto y árboles que lo rodean. También hay un arrollo que alimenta las piletas. No voy a ir a refrescarme, necesito que mire hacia aquí.

Concentro mi mirada, repito mentalmente << mírame, mírame >>. La telepatía no es una cualidad del ser humano, pero igual lo intento. En algún momento lo va a tener que hacer. Entrecierro los ojos, << mírame, mírame >>. No me mira. Detesto esto.                      << Mírame, mírame >>. No me mira. Me pongo de pie, no soy un perro faldero que espera por su dueño. Me voy  a casa.

Ocho encantadoras cuadras para torturarme mentalmente. Va a ser divertido. Sólo mi cerebro y yo. Ni siquiera traje los auriculares para escuchar música del celular. Eso me ayudaría a pensar en nada. Me detengo en la plaza, no tengo gorra así que el calor me tiene desganado. Suspiro. Otra vez me miento. Es obvio que no es el calor, es esto que me duele dentro. Tengo un dolor profundo en el estómago, los sándwiches no me cayeron mal, no pueden haberme caído mal, ni siquiera tenían mayonesa. Así que es por él. Ya lo tengo asumido. Pero me gusta mentirme. Tengo esa necesidad. 

Estoy sentado debajo de un árbol como un linyera, apoyando la cabeza en el tronco, perdido en mis pensamientos. Tal vez sería mejor retomar mi camino a casa. Incorporo mi cabeza cuando veo en la esquina un destello rubio correr en dirección a mi casa. Creo que me insolé. Me pongo de pie. Definitivamente es el mocoso. Es su mochila. Es su forma torpe de correr. Instintivamente grito su nombre. Se detiene. Mira hacia todas las direcciones, no me ve. Debe ser por el sol. Lo cegó la luz y no me detecta de entre la sombras de los árboles de la plaza. Aparezco y nos quedamos callados.

Está agitado, transpirado y con los ojos vidriosos. Es un llorón, un bebé llorón. Pero bueno, recapacito, sólo tiene diez. Lo tomo de la muñeca y lo llevo hasta el árbol donde estaba hace un rato. La plaza está llena de lugares preciosos, repleta de árboles con hojas y una gran fuente en el medio permitiendo que corra un poco de aire con ese aire a agua fresca. 

Estamos sentados, mirando la gente pasar. Algunas parejitas felices vienen a restregarme en la cara que pueden estar juntas y en público. Otra cosa difícil de hacer cuando la pareja está conformada por dos del mismo sexo. Si llegara a estar con él, como así lo deseo, no sé si va a resistirlo. Vamos a tener que andar ocultos de todos. Por lo menos hasta que esta sociedad acepte a todos por igual. Una cosa es la ley, y otra es la gente. La imagen social es diferente a la que la ley nos brinda.

-         ¿Agua? – dice rompiendo el hielo ofreciéndome su botella media vacía.

-         Por favor – tomo la botella y bebo un poco de su contenido. Caliente. Esa agua está caliente, pero igual lo necesito.      

-         Te vi – dice mientras yo evito no ahogarme con el agua – y luego te fuiste.

-         Como no viniste a verme, me preocupé – tapé la botella y se la di -. ¿Qué pasó que no viniste? – creo que sueno desesperado. No me importa, él aún no logra filtrar esas cosas.

-         No lo sé – negó con la cabeza.

-         Qué raro, a días de irme y que no vinieras a visitarme… – lo presiono, soy un asco.

-         No es fácil, tengo – se toca el estómago - no sé -, cierra su boca y no parece tener intensiones de decir algo más. Creo que le duele la panza. Debió comer algo que le cayó mal. Mejor cambio de tema para que se distraiga. 

-         Hoy fui a hablar con Dike – no respondió ni se movió, mmm, sospechoso -. Le dije que me iba de la ciudad. Realmente se sorprendió. Y eso me dijo que no le dijiste nada.

-         Me lo pediste, ¿no?

Oh, vaya. Está áspero el terreno. Tiene que estar enojado. Y espero que no sea conmigo. Él sabía que me iba a encontrar con ella y fue el primero en saber que me iba. Estoy pensando de más. Seguramente está así por su dolor de estómago ya que mantiene su mano ahí y tiene el rostro dolorido. Voy a tratar de mejorar ese humor que tiene ahora.

-         Me retracto Taumante – oh, como duele doblegarse.

-         ¿Qué? – gira su cabeza hacia mí. Era lo que quería.

-         Dije que me retracto. Esto me demostró que se puede confiar en vos. Que sabes guardar secretos. No sos un mocoso.

-         ¿De verdad? – dice con una sonrisa de oreja a oreja. Esto es lo que más me gusta de él. Quiero verlo sonreír –. ¿Ya no me vas a llamar más mocoso?    

-         Sólo cuando actúes como uno – le doy un toque en la nariz.

Cierra sus ojos y sonríe, cuando intenta tocarse para acariciarse la nariz, lo empujo un poco para molestarlo. Me tienta hacerle cosquillas. Pero no tengo ganas de exponerme a semejante tentación. Creo que lo mejor que puedo hacer es llevarlo a su casa. Dentro de dos días me voy y coincide con su cumpleaños. Ya tengo preparado el regalo. Espero que él también lo tenga.



Autora: ferdeimos
Revisión: Alice
Fotografía: J. C. González.

Amar es amar



Los hechos y/o personajes de la historia son ficticios, 
cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia


Nos vemos lueguito...


Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA 3.0,
                                          como se detalla en http://creativecommons.org/licens.  

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