Siguiente: CyC.TomoI-Capitulo9: ¡Ah! No te quiero
Capitulo 8: Tan mocoso como yo
Hace una hora que estoy desbordado de la
música espantosa del club. Ritmos básicos, leras redundantes y ofensivas.
Soporto todo esto porque quiero conocer a Levo, asumido mentalmente como mi
enemigo número uno por la posesión de Taumante, y porque estoy disfrutando de
mis últimos días con la persona que ocupa un gran lugar en mi mente. Estoy
completamente seguro que, en estos cuatro años, voy a superar todo esto y
olvidarlo. Asiento con la cabeza. Estoy solo, el mocoso se fue a buscar unos
helados que estaban repartiendo gratis. Así que ahora es mi oportunidad para
probar nuevamente al destino. Miro para todos lados, no hay señal del chico.
Respiro profundo. Cierro los ojos. Muy bien destino, te reto. Si Taumante no
llega después de que yo termine de decir estas palabras, es significa que…
-
Solo había de frutilla, ¿te gusta?
¿No puedo terminar ni siquiera
una pregunta al cosmos? Abro los ojos y sonrío, pero estoy enojado. Tomo el
helado de agua. Me gusta la frutilla, es mi helado de agua favorito, pero no se
lo voy a decir. Para que no sepa nada de mí. Lo único que falta es que diga que
es su gusto favorito y me retiro ahora mismo.
-
Qué suerte que te guste. A mí no. Me gusta el de
naranja.
Oh, qué bien destino. Una buena
para mí. Claramente esto no prueba nada, como la estúpida e inútil oración que
estaba formulando. ¿Cómo la iba a terminar? << Eso significa que… >>
¿Que no es para mí?, ¿que si lo es?, ¿que me voy a olvidar de él?, ¿que él no
va a sentir nada por mí? Claro, ahora que lo medito, mientras saboreo este
helado delicioso, yo estoy suponiendo que esto va a tener algún futuro. ¿Qué se
yo del futuro? Me deprimo.
-
¿Estás bien? ¿No te gusta el helado?
-
¿Y a vos? Se te va a derretir si no lo tomas –
señalo con el dedo su helado.
-
No me gusta – mira al helado como si éste fuera
a atacarlo.
-
No seas caprichoso – oh, la parte que más me
gusta de él, que sea tan consentido.
-
Ya dije que no lo soy – intenta fulminarme con
la mirada, pero eso me causa más gracia.
-
Entonces terminalo y me retracto.
Cierra su boca. Creo que está
pensando una respuesta para evitar tomárselo. Necesito que hable, sino
enloqueceré.
-
Está bien, pero más vale que suenes convincente
cuando tengas que retractarte – sonríe satisfecho.
-
Lo que sea para mi principito – me acerco
sonriendo y muerdo su helado.
Taumante lo saca
rápidamente de mí alcance. Está enojado, pero va a tener que entender que no se
puede hacer que una persona salga de sus pensamientos depresivos para hacer
preguntas como esas, tan inocentes. Con desgano y cara de que está haciendo un
gran sacrificio, termina el helado.
-
Bien,
ahora te toca – me invita con la cabeza para que cumpla con mi parte.
Voy a hablar y aparece Levo. Justo
a tiempo. Saluda a Tau con un apretón de manos. Entrecierro los ojos e inclino
ligeramente la cabeza. No me había percatado. Yo jamás lo saludo con algún
gesto. Abro la puerta, nos miramos y lo hago pasar. Tal vez crea que soy raro.
Pero, vuelvo a darme cuenta que tampoco lo hago con nadie, no saludo a nadie. A
las chicas no les doy besos en la mejilla, a los chicos no les doy el apretón
de manos y con mis padres o parientes sólo nos decimos << hola >>.
Mi familia es rara y, por lo tanto, yo también lo soy.
Taumante me presenta. Nos
saludamos. Tal como dije, es un mocoso más. Su cabello enrulado es castaño
claro. Es muy delgado y, realmente, no es el tipo de Tau. Ahora que lo conozco
físicamente, me detendré a observar su carácter y comportamiento. Como son
chicos, no ocultan su verdadera personalidad. Así que será fácil de leer. Que
feliz me hace ser como soy.
-
Y estaban repartiendo helados gratis hace un
momento, son de frutilla. ¿Querés uno? – Taumante le dice. ¿Me parece a mí o
quiere que el chico se vaya? Ah, cierto, mi parte del trato.
-
Dejalo tranquilo Tau, acaba de llegar – le digo
relajado. No voy a dejar que obtenga lo que quiere. Lo conozco, no va a parar
hasta lograrlo.
-
Tampoco me gusta el helado.
-
¿No te gusta? ¿Y qué tomas en verano? – le
pregunto sorprendido. Sé que los gustos son infinitos, pero es la primer
persona que escucho que no le agrada el helado.
-
Tomo licuados. Me gustan más.
-
Mirá vos. Sos la primer persona que escucho que
no le gustan los helados.
-
A mí no me gusta el helado de frutilla – dijo
Taumante y creo que ya se lo escuché decir, pero claro, no estaba Levo.
-
¡El licuado de frutilla es riquísimo.
-
No, no, no. Odio la frutilla – negaba con la
cabeza.
Comienza a sonar un tema aún
más desagradable, será cosa molesta de la vida que cuando uno asume que está
sintiendo cosas por otra persona, suenan los clásicos temas románticos.
“Somebody To Love”, “You Are Always On My Mind”, “Total Eclipse Of The Heart”,
“I Won’t Last A Day Without You”. Cierro los ojos y niego con la cabeza. Luego,
los abro y busco los ojos de Taumante, está furioso. Eso me hizo reír
internamente. Quiere que me retracte. Parece que Levo me cae mejor de lo que
pensé.
Pero después arruina la imagen
que creé cuando volvió la lista de reproducción común del club y dijo que le
gustaba esa música.
-
¿En cerio? ¿Y sabes qué dice? – le pregunto
totalmente perplejo.
-
Habla de una gata que no quiere maullar –
responde orgulloso.
-
Que buen oído. Yo no entendía lo que decía – mentí,
otro punto a mi favor. Levo no tenía el mismo gusto musical que yo y, por lo
tanto, que Tau.
-
Me voy a tirar a la pileta. ¿Vamos? – Taumante
le preguntó al otro para que lo acompañara.
Levo se puso de pie. Ambos se van
al agua. Los dos nadan muy bien. Tau tiene muchas destrezas, podría ser un gran
deportista, su viejo es muy alto y eso le va a permitir desarrollarse como un
profesional.
No pasaron ni cinco minutos que
el mocoso ya está de regreso. Se aseguró que Levo estuviera distraído con otros
amigos. Su plan es perfecto, hacer que Levo se tirara al agua para así dejarme
solo cuidando los lugares, ya alguien se tiene que quedar a cuidar las cosas,
su maldita mochila perdida; y ahora que Levo está ocupado va a querer que me
retracte.
Cuando ya está fuera de la
pileta, hago lo que primero que se me ocurre. Me tiro al agua dejándolo más
enfurecido. Bendita sea la hora que te encontré Tau. Soy tan feliz de verte
así. Soy tan malo. Voy a torturarte un poco más. Quiero llevarme cada gesto,
cada suspiro, cada lágrima, cada recuerdo de este chico para así sobrevivir a
estos cuatro años sin él.
Hacía mucho tiempo que no
nadaba, que relajación, que buena fuente de energía. Me estaba enfriando
completamente. Estaba haciendo más calor que ayer. Eran las siete cuando Tau se
fue a su casa después de ver esa película. Que mala que es. Pero la pasé muy
bien con él. Lo único que hice fue observar sus expresiones mientras él miraba
la película tan concentrado. Había cerrado las cortinas para poder mirarlo sin
que él le supiera. No veo la hora de que crezca. Pido cinco años más, para lo
cual yo voy a tener veinte. Y aún así, voy a seguir siendo un pervertido. Tengo
que esperar a que cumpla dieciocho. Y eso son ochos años más de lo que tiene
ahora, lo que significa que yo voy a tener veintitrés. Miro el cielo, suspiro.
No sé si voy a poder aguantar. A los quince me parece justo. Yo ahora tengo esa
edad, y ya tuve muchas novias. No hicimos más de lo que con ropa se puede
hacer, pero cuando Tau los tenga, yo si voy a querer hacer esas cosas y
nuevamente voy a estar en la disyuntiva de corromperlo o no. ¿Y si tiene novia?
¿Y si otra lo corrompe? Voy a asegurarme que me mantenga al tanto de todo.
Cuando él lo crea conveniente va a venir a hablarme del asunto y ahí es cuando
yo le hablo de lo que siento. Cosa de arruinarle el momento con la noviecita
que tenga. Bueno, no es de maligno, pero él me está arruinando mi momento
ahora. No puedo estar con nadie porque estoy con él, en pensamiento.
Y no puedo seguir pensando más,
veo a Taumante caminar desde los lockets. Sonrío, viene por su recompensa. Pues
voy a hacer que sufra un poco más. El chico se tira, su cuerpo aún es tan
pequeño, le falta tanto por trabajar. Necesita ejercitarse. Se lo diré después
de que me atrape. Ahora es hora de nadar, Tau se acerca demasiado rápido, va a
poner a prueba mi resistencia.
Comenzamos una persecución
debajo del agua. Vamos con cuidado, hay muchas personas. Nos reímos cuando cruzamos
miradas y finalmente dejo que me alcance. Ya me había cansado. Ese chico tiene
pilas interminables.
Ahora el acorralado soy yo.
Estoy en la esquina de la piscina. En la parte onda, no quiero hacer nada que
ponga en peligro al mocoso.
-
Salgamos y hablamos.
-
¿Lo prometes?
-
Si, lo hago.
-
Bien – todavía me cree, me da pena. Pero no me
importa, un trato en un trato.
Ya afuera, nos secamos al sol.
Nos sentamos en unas nuevas reposeras que encontramos. Levo seguía hablando con
otros chicos. Ya no podía contar con su presencia para extender más mi parte
del pacto.
-
¿Y bien? – dice a penas nos sentamos. Tan
insistente como siempre.
-
¿Comiste
todo el helado? - pregunto mirando a la nada. Me hago el interesante.
-
Vos mismo lo viste – reprocha moviendo la mano.
-
Yo vi que terminaste el helado, pero no que lo
hayas comido todo.
-
Pero si no quedó nada – suena desesperado, pero
no voy a declinar mi idea.
-
Insisto. Lo terminaste, pero no era todo el
helado.
-
Si lo era.
-
Creo recordar que yo le di un mordisco – giro
para mirar su rostro. Sí, esa es la expresión que quería. No sabe qué está
pasando -. Yo comí de él, por lo que no lo comiste todo, simplemente terminaste
lo que yo empecé.
Estoy esperando por una feroz
reacción. Debe estar furioso conmigo, desde un principio sabía que no iba a ganar
y dejé que lo comiera todo. Suena triste, pero no me arrepiento de nada.
-
Cuando regreses, no sólo no voy a ser más
caprichoso si no que me voy a volver más inteligente – lo dice tan convencido
que no se percata que tiene los ojos vidriosos. Es una ternura. No voy a dejar
que cambies por tratar de ganarme, porque para cuando yo regrese, voy a estar
peor que ahora.
-
Ya sos inteligente. Yo soy el que no sabe
comportarse. ¿Te parece que vayamos a casa? Estoy un poco cansado de esta
música.
-
Entonces nos quedamos – se cruza de brazos.
-
Me parece perfecto - me rasco la barbilla -. Aunque iba a comprarte un helado de naranja.
Pero bueno, supongo que me estas ayudando a ahorrar.
-
Mejor nos vamos – se pone de pie -, a mí tampoco
me gusta esta música.
Ese es mi mocoso, bien consentido.
Me río por dentro mientras lo acompaño a buscar sus cosas. Saludamos a Levo.
Aún lo siento mi enemigo pero ni me preocupo. Todavía falta mucho para que
sientan algo más que una amistad. Me di cuenta que no tuve tiempo de conocer a
los que podrían llegar a molestar a Tau por ser bueno en fútbol. Pero sé que ésta
no va a ser la única vez que venga con él.
Vamos caminando a mi casa.
Miramos a todos lados para encontrar un kiosco mientras yo lo voy abrazando. Me
encanta aprovecharme del momento. Somos dos chicos, casi que él podría ser mi
hermano y no sonaría sospechoso si estuviéramos así, ya que somos hermanos. Si
fuera una chica, también pasaría por mi hermanita pequeña. Qué triste. Cinco
años tengo que esperar, cinco largos años.
Le compro el helado al
consentido este y nos vamos a su casa, está muy contento con esta atención que
le di. De paso, ahora que tiene ocupada la lengua, hablo yo.
-
Cuando dijiste que no sabías cómo comportarte
conmigo porque era tu primer amigo me sentí igual. Yo tampoco sé cómo tratarte,
y la única forma que encuentro es molestándote.
-
Entonces, ¿yo no te molesto?
-
Ya dije que no. Vamos a hace esto, cada vez que
pienses que me molestas un perrito se va a morir. Va a ser culpa de tus malos
pensamientos.
-
Dione - se detiene y me agarra del brazo -. No
soy idiota. Además, si vos nos me das motivos para hacerlo, no voy a pensar más
en eso.
-
Para algunas cosas tengo que tratarte como un
nene y para otras sos un completo adulto – tengo rabia contra este chico maduro/inmaduro.
-
¿En qué cosas me tenes que tratar como chico?
-
Te estoy molestando, Tau – no quiero entrar en
una pelea, así que lo evado.
-
Está bien
– reanuda la caminata –, yo tampoco tengo ganas de discutir. Pero no creas se
termina porque vos lo decidís. Se termina porque yo lo digo – me saca la lengua
y sonrío, tiene la lengua naranja.
-
Yo también lo digo – oh, miro al cielo, el juego
de quién termina primero.
-
No voy a caer – dice tarareando.
-
Lo mismo digo.
-
Shh.
-
Shh vos.
-
Sh.
-
Sh.
-
Podemos estar toda la tarde así – sonríe
divertido. Ahora parece un chico de su edad. Disfrutaré de sus diez años y de
todos los que sigan, hasta que lo corrompa.
-
Algún día vas a tener que dormir.
-
Lo mismo digo – dice sonriendo.
-
Bien.
-
Perfecto.
-
Te dije que ya me voy, ¿no?
-
Si, y siempre te encargas de hacérmelo recordar.
-
Es para que vayas pensando en un regalo de
despedida. Algo para que pueda recordarte.
-
No tengo nada que me represente.
-
Eso es cierto, me gustaría llevarte.
-
Eso es secuestro – sonríe. Y no necesito que me
lo diga, ya lo sé. Lo pensé mucho. Tampoco entras en una valija. Sos chicos
para algunas cosas y grandes para otras.
-
Tu libro favorito, podría ser.
-
Entonces quiero algo tuyo también. Así no te
olvido.
-
Pronto llega tu cumpleaños.
-
No soy materialista, pero quiero algo tuyo. No
quiero nada nuevo.
-
Demanda tras demanda. Voy a ver qué te puedo
regalar, empaqué todo y ya lo llevamos allá.
-
Ya estamos llegando a casa. Acá es donde te vas
– directo, no se da cuenta cuando lo dice. Cómo me duele cuando llegamos a una
cuadra de su casa. Tengo que dejarlo acá por si Dike ronda por el barrio.
Le doy un beso en la mejilla y
ambos nos sorprendemos. Nuestros ojos están bien abiertos. Cierto que yo no
saludaba. No lo pude evitar. Necesito tener contacto con él y esta es otra
forma de conseguirlo. Lo abracé, lo acaricié y le sequé las lágrimas. Ahora era
tiempo del beso, no quiero estar toda la vida sin saludarlo. Más cuando otros
podrían estar teniendo este privilegio. Sorprendidos como estábamos, nos fuimos
cada uno para nuestras casas.
Se acerca el día de la
despedida, primero tengo que hablar con Dike. Despedirme de ella para que no
crea que estoy enojado. Que no le corresponda no significa que la odie.
Y por último, lo que me va a
costar más, es decirle a Taumante qué es lo que me tiene tan bipolar. Trataré
de ser lo más sutil pero explicativamente correcto posible. Tiene que saber que
me gusta, que no es un simple amigo porque no puedo verlo como tal. Es mucho
más que eso.
Autora: ferdeimos
Revisión: Alice
Fotografía: J. C. González.
Amar es amar |
Los hechos y/o personajes de la historia son ficticios,
cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia
Nos vemos lueguito...
Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA 3.0,
como se detalla en http://creativecommons.org/licens.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿No te hace bien expresarte?
Dí lo que quieras (: