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Capitulo 5: Traición
Si
no fuera porque su cuerpo era delgado y, claramente, no era un monstruo
gigantesco, las pisadas de Actea se hubieron sentido desde afuera haciendo
retumbar todo el piso, destrozándolo todo en su camino. Su mirada caramelo irradiaba
veneno y se acercaba a Dike y a Euribia que estaban hablando tranquilamente
sentadas en el patio interno de la escuela. Se notaba que Euribia aún estaba
dolida por la separación abrupta con Ceto, pero ya no podía hacer nada. No iba
a estar detrás de alguien que ya no la quería más, no se sentía capaz de
semejante humillación. Era un amor no correspondido que debía sanar sola, con
el tiempo. Ceto tenía deseos por otra chica, de la cual, hasta ahora, no se
sabía nada.
Actea:-
¡¿Quién fue la traidora que le dijo a Psámate lo de ayer?!
La
chica estaba furiosa, respiraba descontroladamente. La noticia de que su
novio o ex, se había enterado de su
pecaminosa acción, la tenía mal. Haber sido
descubierta no fue lo mejor que le pudo haber pasado y ahora quería
desasnar su curiosidad. ¿Quién la había delatado? ¿Contra quién arremetería?
¿Qué haría cuando lo descubriera?
Euribia:-
(Mira a Dike y luego a Actea) Por nuestra parte no dijimos nada.
Actea:-
(Gritando) ¡No me mientan!
Dike:-
Calmate Actea, no dijimos nada.
Actea:-
Lisiánasa no pudo haber sido, ella siempre está callada.
Euribia:-
Pero igual, no nos podes echar la culpa.
Actea:-
Yo puedo hacer lo que quiera.
Dike
se quedó sin palabras y, mientras Euribia discutía con Actea, se levantó y se dirigió
al salón del grado inferior dejando a Actea sorprendida por esa actitud. Evidentemente
ella estaba acostumbrada a no ser ignorada. Ella era la especial, la que
llamaba la atención, la popular del curso. La acción de Dike era considerada
como desafiante. Eso era imperdonable.
Dike
tocó la puerta, que casualmente estaba cerrada, y la recibió una cara conocida,
una fragancia barata, Galatea.
Dike:-
(Mirando hacia adentro) ¿Está Psámate?
Galatea:- Si, pero no creo que te atienda. Está muy
enojado con vos y con Actea.
Dike:-
(Sorprendida) ¿Conmigo?
Galatea:-
Si, ¿o no escuchaste?
Dike
se retiró, sabía que no iba a obtener nada si se quedaba allí con una altanera
Galatea que seguramente sabía poco y nada de lo que estaba sucediendo, pero con
el sólo hecho de poder responderle mal a su enemiga natural, era feliz. Evidentemente
Psámate era reservado, no tenía intensión de generar conflicto alguno, pero no
podía con su cara. En ella se reflejaba más de lo que él expresaba con sus
palabras.
Cuando
llegó al aula, le contó a Erubia lo sucedido. Se sorprendió al enterarse del
supuesto enojo de Psámate con Dike. Era comprensible y totalmente lógico que
sintiera odio hacia con Actea, pero ¿con Dike? ¿Qué hizo ella? Sólo lo había
atendido diciéndole la verdad, la verdad momentánea. Pero también podía ser que
Galatea haya exagerado, a ella le encantaba armar pleitos, generar rumores
falsos que terminaban humillando a los involucrados y esto no era algo que no
le presentara un reto o un juego más.
Y
mientras sacaban conjeturas, fueron interrumpidas por Ferusa que, al notar el
clima nefasto entre las chicas del salón, decidió preguntarles para desasnar su
duda y determinar en qué bando estaría. Fersusa era así, no le gustaba estar en
el medio de nada, pero prefería elegir un grupo, el que más le conviniera. Si
se juntaba con Dike iba a tener de enemiga a su compañera de la infancia. Pero
si optaba por Actea, no iba a poder desfrutar de las charlas adultas con Dike,
además de otros beneficios extra como copiarse en las pruebas, que le hicieran resúmenes
o las tareas.
Ferusa:-
¿Desde cuándo Actea y Lisiánasa se sientan juntas? Esto no tiene sentido, ¿me
van a decir qué es lo que saben?
Tanto
Euribia como Dike le contaron acerca de lo acontecido, siempre cuidando de no
contar demasiado de Actea y Sam. Se limitaron a decir que ella salió con Sam
sin haber cancelado con Psámate dejándolo plantado. Fue como si se hubiesen
puesto de acuerdo. Dike se sintió rara, sabía que Euribia se había hecho muy
amiga de Actea por estar en el mismo barrio, pero también sabía que no podía
ser tan hipócrita.
Ferusa:-
No puede ser cierto, Actea está loca.
Dike:-
Realmente no quiero preocuparme por lo que a Actea se le cruzó por la cabeza en
ese momento. Pero no puedo creer que piense que nosotras fuimos la que la
mandamos al frente. No sabemos ni qué es lo que sabe Psámate…
Euribia:-
Podría hablar con Ceto para saber qué es lo que su hermano sabe.
Ferusa:-
¡Es buena esa!
Dike:-
(Mirando a Euribia) ¿No será mejor que no te acerques a él?
Ferusa
miró a Euribia que sonrió nerviosamente ante la pregunta reciéntemente hecha.
Dike se levantó de la silla y se retiró al kiosco, Euribia necesitaba hablar
con Ferusa para contarle que ya no era más la novia de Ceto y que por eso, su
gran idea de hablar con él para obtener información sobre su hermano, no iba a
poder ser llevada a cabo.
Ese
día, en el salón que acostumbra a ser alegre y ruidoso, no corrió ni un ápice
de juventud. Los chicos habían detectado, extrañamente, que algo no estaba
yendo bien entre las chicas y optaron por no aportar ni hacerse destacar. Así
también lo hicieron los profesores que sólo interactuaron con los varones
mientras se veían los intercambios de miradas hirientes entre Actea, Lisiánasa,
Euribia y Dike.
Aunque
el día fue totalmente agotador para Dike, ya que tuvo que fingir apatía por
Actea, emprendió el regreso a su casa caminando. Era perfecto para pensar,
aliviar un poco la mente y hacer deporte. Los kilos imaginarios de más la
tenían preocupada. Hacer un deporte ya no era una idea alejada para ella. Su
hermano estaba en el club del barrio a dos cuadras de la casa de Dione y su especialidad era el fútbol.
Nereo:-
¡Dike! ¡Espera!
Dike:-
(Volteándose) ¿Si?
Nereo:-
¿Qué es lo que pasó? Estaban como locas enojonas.
Dike:-
Realmente no tengo ganas de hablar de nada… Ni siquiera de pelear por lo de
locas.
Nereo:-
Debe ser muy importante.
Dike:-
Si
Nereo
notó un punto de fuga en la coraza de Dike. El bien sabía que, cuando ella
miraba hacia abajo, significaba que estaba débil, que se podía entrar al mundo
de sus sentimientos, y lo aprovechó para abrazarla. Mientras disfrutaba del momento
con aroma a rosas que desprendía el perfume de ella, llegó Ceto
interrumpiéndolos, haciendo ruido con su garganta.
Ceto:-
Tenemos que hablar.
Dike:- (Separándose
de Nereo) ¿Qué?
Ceto:- A
solas.
Ceto
habló con voz segura y dominante, ignorando la mirada fulminante de Nereo. Quería hablar con Dike y no iba a esperar
más. Nereo entendió la indirecta de él, pero esperó a que Dike se lo pidiera
con la clásica mirada que solía poner cuando necesitaba estar sola. Y no tardó
en llegar, por lo que tuvo que marcharse levemente acongojado.
Ceto
ya no tenía puesto el guardapolvo por lo que se podía apreciar mejor la figura
perfecta que tenía. No era muy alto, medía casi igual que Dike. Su cuerpo era
delgado, se podía deducir que hacía ejercicios localizados para marcar los músculos
ubicados en la parte del triángulo invertido.
Dike:-
¿Qué pasa?
Él
la miró fijamente, como si quisiera
perforarle el cerebro con sus ojos marrones intentando dar un ambiente de
amenaza. Esto a Dike la sorprendió y no pudo evitar que se le escapara una
risita. De todas las personas que podrían llegar a intimidarla, él era de la
que menos esperaba.
Ceto:-
¿De qué te reís?
Dike
se tensó y se puso seria. No era momento ni lugar para divagar, ese chico
parado en frente de ella, como si fuera una estatua, tenía algo para decirle y
parecía importante.
Ceto:-
Yo sé porqué mi hermano está enojado con vos.
Dike
tenía la inquietud grabada en su rostro.
No levantó la voz, pero su tono resultaba un tanto mordaz.
Dike:-
Y… si se puede saber, ¿por qué me lo venís a contar?
Ceto:-
Porque creo que vos sos una buena mina, nada más.
El
alivio se reflejó en su cara y dulcificó el gesto con una expresión divertida.
Estaba lista para escucharlo.
Dike:-
Bueno, contame.
Ceto:-
Cuando Psámate fue a tu casa y preguntó por Actea, vos le dijiste que no, que
no estaba allí.
Dike:-
Y fue la verdad.
Dike
notó que el muchacho hizo un esfuerzo por no reírse. Parecía que tenía algún
secreto que claramente, no iba a contar esa tarde.
Ceto:-
A él le dijeron que si estuvo allí.
Dike:-
Justo después de que él se fuera llegó Actea. ¿Yo qué tengo la culpa de las
coincidencias?
Parpadeó
atónito ante la respuesta de Dike. Suspiró e inclinó la cabeza a un lado. Usó
un tono sosegado, como si estuviera incorporando todo lo que ella le dijo.
Ceto:- Si fue así, entonces no creo que sea tu
culpa.
Dike:-
Seguro que no fue mi culpa. Me debe una disculpa.
Ceto:- ¿La podes aceptar de mi parte?
Dike:- No, pero puedo hacer una excepción si me
decís el nombre de la bocona que lo dijo.
Consultó
el reloj para evadir la pregunta de Dike, pero ella era muy insistente con su
mirada, no iba a aceptar una negativa como respuesta. Torció el gesto
escondiendo una risa perversa.
Ceto:-
Se dice el pecado pero no el pecador.
Evidentemente
esto no fue gracioso para Dike. Encogió los hombros. Por el tono que usó, ella
pensó que Ceto estaba probándola, determinando hasta donde podría llegar jugando
con las palabras. Para no estropear el momento, prefirió dejarlo pasar y optó
por la retirada.
Dike:- ¿Ah, sí? Entonces no tengo nada que hablar
con vos.
Dike
se dio vuelta y emprendió la retirada con una caminata ligera. Ceto estaba
sumido en su sorpresa, ajeno al compás de las caderas de la chica que lo dejó
con las palabras en la boca, queriendo salir. Torció el gesto. Negó con la
cabeza, la agitó como si quisiera sacarse algo que lo molestaba.
Ceto:-
¿Queres que te lo diga?
Autora: Ferdeimos
Revisión: Alice
Los hechos y/o personajes de la historia son ficticios,
cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia
Nos leemos dentro de dos semanas
Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA 3.0,
como se detalla en http://creativecommons.org/licens.
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