Capitulo 15: ¿Algo más?
El
domingo siguiente a la reapertura del club Ice fue nefasto. Dike no tenía fuerzas
para levantarse, no tenía deseos de respirar, no quería hacer nada. Haber
perdido ante su enemiga número uno la había dejado muy decaída. Por más que
Metis intentó consolarla con dulces palabras, no logró borrar el deseo que
estaba formulándose en su interior de ir hasta la casa de Galatea y golpearla
como aquella vez en la plaza.
Miraba
el techo y suspiraba mientras estaba tirada en el sillón junto a su hermano que
estaba leyendo “El Lord de las profundidades” con mucho entusiasmo.
Evidentemente estaba llegando a la parte más interesante del relato.
Dike:-
¿Puedo preguntar algo?
Los
ojos azules del chico se separaron forzosamente del libro para fulminar a los
de su hermana por haber interrumpido su lectura. Dike sonrió y dejó que su
hermano hablara primero.
Taumante:-
Creo que te dejé que me acompañaras mientras no interrumpieras mi lectura.
Dike:-
Bueno, pero ya sabes que no puedo resistirme. Necesito hablar.
Taumante:-
¿Qué queres preguntar?
Dike:-
Es sobre Galatea.
Taumante:- (Cerró el libro) ¿Qué pasa con ella?
Dike:-
(Señalando el libro) ¿No te vas a perder si lo cerras sin un señalador?
Taumante:-
Página 562, segundo párrafo. ¿Qué queres preguntar?
Dike:-
(Con ojos abiertos) Bueno… Este… Voy a hacer como que no escuché eso. ¿Por qué
crees que hizo lo que hizo?
Taumante:-
¿Por qué crees que lo que hizo lo hizo para molestarte?
Dike:-
Bue, creo que la conozco muy bien.
Taumante:-
Ella tenía el mismo derecho que ustedes de participar.
Dike:-
¡¿No escuchaste lo que dijo?!
Taumante:-
Sinceramente, me causó gracia. Claro que internamente. Pero eso de que ustedes
son perdedoras de nacimiento fue muy infantil.
Dike:-
(Enojada) ¡No puedo creer que me haya ganado!
Taumante:-
No te ganó. Les ganó. Esto no es personal Dike. No lo transformes en algo así.
Dike:-
Tenía tantas ganas de pegarle…
Taumante:-
Ya sé. Realmente no me gustó que me haya dicho tonto.
Dike:-
(Con tono de burla) << “Buena suerte” para la próxima >>. Estúpida.
Taumante:-
Tenes que ser más que ella. No le sigas el juego, ayer las agarró
desprevenidas. Pero no puede volver a pasar.
Dike:-
(Se puso de pie) Tenes razón. Mejor voy a disfrutar de mi Ceto. Ayer vino a
verme pero no lo pude ver.
Taumante:-
(Esbozó una sonrisa pícara) Eso es porque papá lo trató muuuuuy bien.
Dike:-
(Sonrió) Vamos a ver si lo hacemos oficial.
Taumante:-
Despacio Dike. Algunas relaciones no son bienvenidas.
Dike:-
Somos dos personas que se quieren, no somos gay’s. Además, si las chicas se
enojan, que cierren la boca.
Taumante
volvió la lectura del libro cuando Dike se retiró en busca de su novio. Primero
fue hasta su pieza para cambiarse. Afuera estaba lloviendo y el viento empezaba
a hacer temblar a las ventanas.
<< Haber hablando con Tau
me hizo pensar que no tengo que tomarme todas las cosas de forma personal. Es
cierto, Galatea participó en el torneo de presentación pero podría no haber
ganado. Así que, por lo que dijo, supongo que le salió del alma, como alguna
vez dijo hace ya bastante tiempo. Igual me acordé, “la gorda”. Estúpida.
En fin, sacando los malos
pensamientos, te cuento que hoy cumplo dos meses con Ceto. Quiero decirle que
ya es hora de anunciar nuestro noviazgo a todos. Y creo que el cumpleaños de
Ferusa va a ser perfecto. Espero que no se enojen conmigo y arruinarle la
fiesta… Creo que mejor vamos pero no decimos nada, solo se lo contaré a Ferusa,
como regalo por sus quince años.
>>
Inteligentemente,
se vistió con una polera rayada rosa y blanco, un chupín de jean claro y un
piloto para la lluvia negro. Tomando unas botas de lluvia negras, salió a
mojarse por un rato.
<< Quiero que me trague
la tierra. Ahora mismo. Que alguien me rapte y no me regrese jamás. ¿Qué me
paso? Bueno, llegué a la casa de Ceto y me atendió una mujer de mediana edad,
supongo que era su mamá o algún pariente adulto, de la edad de mi mamá o más.
Ella me dijo que no lo había visto y que se había ido muy temprano a la plaza
del centro, antes que empezara a llover.
Hay muchas plazas… En el centro
de dónde, me pregunté. Así que usé mis instintos y fui a la de la fuente blanca
en el centro de la plaza. Esa que tiene unas esculturas hermosas en mármol
blanco. Dejando de lado la arquitectura de la fuente, fui hasta allí.
Como la lluvia se hacía cada
vez más intensa me detuve debajo de un árbol de copa grande con hojas que
lograron protegerme bastante. El piso estaba casi seco, eso me ayudó a elegir
más rápido el lugar para refugiarme. Todavía me faltaba media cuadra para
llegar a la plaza. Desde allí vi a Ceto. Quise correr para abrazarlo pero me
detuvo el hecho de que no estaba solo. Había una chica morocha con rulos
pronunciados. Como si hubiera dormido la noche anterior con trenzas. Aunque
permanentes. Pero no importa ahora la chica.
Yo no lo podía creer. Ella lo
tenía del brazo, lo acercaba hasta tu cuerpo. Él no se alejaba. Recordé las
palabras que él dijo en la cena en mi casa. Él era así con todas, no
distinguía. Pero bueno, ahora estaba de novio, conmigo. Y a mí no me gustan esa
clase de acercamientos.
Cuando se sentaron en un banco
blanco, decidí hacerle caso a mi cuerpo y me acerqué. La lluvia tapó mis pasos
y no me escucharon. Ellos sabían que nadie estaría en las calles con semejante
día. A mí me dolía el corazón. Lo sigue haciendo. Los odio.
-
… Te
quiero mucho – eso logré escuchar de él cuando llegué.
-
Yo
también Ceto – ¡se estaban confesando los dos!
-
Ya lo sé
pero bueno, no puedo tener dos novias a la vez.
-
¡Pero
si el año pasado tuviste seis! - ¿seis? Lo que una se viene a enterar.
-
Este
año hice una promesa y no la pienso romper… - mis miedos estaban
desapareciendo, esa chica era una más de las que se querían agarrar a mi novio.
Ceto estaba diciéndole que no iba a
dejarme.
-
Las
promesas están hechas para romperse… - se acercó un poco más y él no se corrió.
-
Eso es
cierto – qué idiota.
-
¿Entonces?
¿No podrías romperla hoy? – y ahí es cuando se terminó.
Me acerqué para observar cómo
esta chica besaba a mi novio (ahora ex) y él no se la sacó de encima. Ambos tenían los
ojos cerrados. Con los mismos labios con lo que me besaba a mí, estaba
besándola. Sus manos, su legua, su respiración. Todo lo que pensé que era mío
me lo robó.
Cuando finalmente ella lo
soltó, los ojos de Ceto se agrandaran como moneda de cincuenta centavos, al
darse cuenta que yo estaba allí, mirándolos con no sé qué cara. Ella me miró y sonrió.
-
¿Quién
sos? – se atrevió a preguntarme la muy descarada.
-
Dike –
dijo él, sin alma. Tenía la misma cara que Nereo cuando le dije que me había
enterado de su plan con Galatea.
-
¿Y ella
es? – mantenía una mano sobre la pierna de él.
-
Su ex
novia – le dije bien fuerte, remarcando las últimas dos palabras.
Me retiré, como en las telenovelas,
llorando y corriendo. La lluvia no sólo tapó mis pisadas sino que también mis
lágrimas. Ceto no dejaba de perseguirme. Me decía que no corriera más, que me
iba a lastimar. Ya estaba lastimada, por él, ¿qué me iba a hacer un poco de
pavimento?
No me caí, pero reduje la
velocidad. Desde lejos él me decía que estaba cansado. Pero yo sólo me detuve
para sacar la llave del piloto. Abrí la puerta de mi casa y se la cerré en la
cara. Me encerré en la pieza… y bueno, acá me ves. Te escribo para desahogarme.
Tengo mucha rabia. ¿Por qué siempre termino mal las relaciones? Es un castigo
por ser tan mala con Euribia… Me río para no llorar, fui una porquería con ella,
la ex de mi ex.
Después que le cerré la puerta,
Ceto tocó el timbre varias veces. Agradezco que mis papas estuvieran de compras
y que Tau estuviese escuchando música con los auriculares. Se tuvo que haber
ido. Luego iré a comprobar. Pero ya dejó de sonar. Tengo que bañarme para no
resfriarme, luego volveré para llorar como corresponde. Dormirme, tal vez,
llorando. Otra vez. Como cuando me declaré a Dione. “Buena suerte”, odio ese
nombre. No tengo más mala suerte porque no hago más cosas, sino ya sería la
reina de la no suerte. Aaagg, quiero romper todo, todo, todo.
¿Quién es esa? ¿Por qué Ceto
tiene que ser así? ¿Por qué siempre elijo chicos problemáticos? Tuvo seis
novias el año pasado y yo no sabía nada. ¡Bha! Si lo pienso mejor, creo que no
sé nada de él. No sé nada de nadie. Ni de mí misma. No puedo confiar en nadie.
Mi orgullo y yo, nos iremos a bañar.
Dike
Pd: Obviamente que mis planes
de ir a la fiesta de Ferusa con Ceto están descartados, supongo que tendré que
bailar con Nereo. Resignación.
Odio estas vacaciones de
invierno, odio el invierno, odio haber perdido contra Galatea, odio que Ceto no
me haya dicho que salió con seis, ¡¡¡SEIS chicas a la vez!!! Me odio por
confiar en la gente, por confiar en que puedo ser feliz. >>
Taumante:-
(Mirando a su hermana con sorpresa) ¿Estás segura que querés que vaya?
Dike:-
Ya fue Tau. Ferusa te invitó para toquetearte un poco, así que tendrás que ir.
Taumante:-
(Preocupado) Ahora no quiero. Mejor me quedo acá.
Dike:-
(Señalándolo) Vas a ir. Como no tengo pareja, voy a cuidarte de todas.
Taumante:-
(Resignado) ¿Realmente tengo que ir? Son tus amigas.
Dike:-
(Con la mirada perdida) No tengo amigas Tau…
Taumante
arrugó el ceño. Se sentía impotente. Quiso hablar pero no podía animar a su
hermana. No había palabras que lograran sacarla del estado en el que se
encontraba. Había pasado una semana desde que se separó de su novio. Todavía
estaba dolida.
Taumante:-
Supongo que la fiesta te va a ayudar a no pensar.
Dike:-
Supongo que Ferusa tendrá algún primo lindo que me guste, nos gustemos… bla,
bla, bla.
Taumante:-
(Arrodillado en el sillón) Realmente, no lo puedo creer. Tiene que haber algo
más Dike… Yo pensé que Ceto era serio.
Dike:-
Yo también, pero parece que tendré que dejar de apostar al amor.
Taumante:-
(Rodó los ojos) Tampoco la pavada.
Dike:-
¡Es que siempre me confundo! Me tropiezo, confío en la mano que me ayuda y
resulta que esa misma mano me hace volver a caer.
Taumante:-
(Preocupado) No sé qué decirte.
Dike:-
Ya vas a estar enamorado y vas a tener complicaciones. ¡Bha! Mejor que no lo
estés.
Taumante:-
Mejor… mejor me voy a dormir, ya es tarde y
me está empezando a doler la cabeza.
Dike:-
Tomá un geniol. Ese golpe debió ser fuerte.
Taumante:-
Me duele más la pierna que la cabeza.
Metis
llegó a la cocina, sonrió al verlos juntos y abrazó a su hijo, dándole un beso
en la sien. El
chico sonrió y se puso de pie, dejó la tasa vacía en el fregadero y se dirigió a su
pieza junto a su madre que estaba preocupada por el fuerte chichón que tenía su hijo en la frente. Dike miró el reloj, eran la una de la madrugada del viernes.
Efectivamente era tarde. Tenía que estar bien dormida para poder soportar una
noche de desvelo en el cumpleaños de la que, hasta ese momento, era su mejor
amiga.
Revisión: Alice
Los hechos y/o personajes de la historia son ficticios,
cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia
Nos leemos dentro de dos semanas
Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA 3.0,
como se detalla en http://creativecommons.org/licens.
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